Entre azares y fortunas, un texto dramático
llegó a manos de Paco Caparó como una premonición celestial. Una pieza con aires
de intriga que la dramaturga uruguaya Teresa Acosta (Rocha, 1944) tituló “La chiquilina se
mató y ya está” y que refleja los pálidos compromisos de una sociedad insensible
y narcisista.
Destacado elenco de El Sótano |
En ella Paco Caparó, director del Club de Teatro de Lima, encontró la atmósfera que había esperado: una tragicomedia social
y pertinente. Sobre la caja negra repuso “La niña se mató y punto”, su adaptación,
junto a El Sótano con una sólida exploración de las posibilidades lúdicas y
macabras de su trama.
Tras una primera versión en el Teatro Mocha
Graña –que incluyó miradas de sorpresa y sonrisas nerviosas– la puesta
“resucita” para una segunda temporada. Provocadora e inquietante, la ingeniosa
pieza adaptada por Caparó redita su perturbador resultado. Y, quizá, mucho más.
PANTEÓN DE FÁBULA
Choco y Fango (alucinados Hendrick La Torre
y Joseph Palomino), los payasos sepultureros, alistan el entierro de una niña
llamada Ofelia (Jannina Vargas de espectrales matices). En sus deslucidos
atuendos, estos grotescos personajes dilucidan la extraña muerte de la pequeña mientras
varias personas acuden al funeral.
"La niña se mató y punto" |
Poco a poco, se revelará la relación
disfuncional de la familia. Los padres (Juan Carlos Ñiquén y Sandra Barbosa tan
explosivos como discordantes); un tío gay (delirante Maykol Ascencios) y una psicóloga
cercana a la familia (buen trabajo de Malena Cortegana) algo confundida en sus
paradigmas. La sociedad no se mantendrá en silencio.
Un inefable cura (rol entretenido de Gerardo
Cárdenas), una vecina metiche (divertida Katherina Sánchez) y la tímida amiga (grácil
Sofía Espantoso) de la fallecida. Un tercero (entusiasta José Gómez) intentará descifrar
este descalabro hasta que la aparición sorpresiva de Sandra Makishi marca el
desenlace con un lóbrego atisbo shakesperiano.
SOCIEDAD SILENCIOSA
Durante la función, más de un espectador se
sentirá tentado a reprochar a los revoltosos. Un efecto logrado al quebrar la
cuarta pared para conocer a los personajes con más cercanía que extrañeza. Está
claro que lo espeluznante no radica en la muerte, sino en su naturaleza alegórica.
Ofelia (Jannina Vargas) |
La confusión es el “alma” del montaje. A través
de esa diversidad de voces –que Caparó guía con esmero–, se denunciarán las razones
risibles y absurdas con que se maquilla la indiferencia. Si el elenco responde idóneamente,
los aspectos técnicos (luces y efectos) no defraudan y consolidarán el
escenario sombrío.
Como desenfadada adaptación “La niña semató y punto” trasciende el libreto e irrumpe entre las butacas. Cobra vida en
torno a un ataúd siniestro. Con los sentidos bien despiertos, el elenco de El Sótano
esboza un juego escénico que atrapa a la audiencia hasta convertirla en cómplice
de un peligroso silencio.
Crédito de fotos: El Sótano
FICHA
ESCÉNICA
“La niña se mató y punto” (adaptación)
Dramaturgia original: “La chiquilina se
mató y ya está” de Teresa Acosta
Dirección y adaptación: Paco Caparó
Elenco: Joseph Palomino, Maykol Ascencios,
Juan Carlos Ñiquén, José Gómez Ferguson, Sofía Espantoso, Jannina Lisset
Vargas, Sandra Makishi, Malena Viviana Cortegana, Hendrick La Torre, Katherina
Sánchez, Gerardo Cárdenas, Sandra Barbosa
Lugar: Teatro Auditorio Miraflores (Av.
Larco 1150, sótano)
Temporada: Del 10 de junio al 03 de julio
Las funciones van los viernes, sábados y
domingos a las 8.30pm
Una producción de El Sótano y el Club del Teatro de Lima
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