Lejos de etiquetas y fórmulas de marketing,
el teatro peruano –o, limeño si se quiere– crece de buena forma aunque solo en
algunos pasos de la “cadena” de creación, producción y montaje. Este
crecimiento anima su búsqueda de nuevos lenguajes, voces y propuestas.
"La pícara suerte" |
El reto, no obstante, es y seguirá siendo el
fomento en la creación de públicos que sostenga la asistencia a salas y
espacios alternativos. Ya habitual El escenario imaginado presenta un recuento
de las puestas vistas en el blog sin alguna clasificación especial, lamentando
que tantas otras buenas obras no pudieron ser reseñadas a tiempo.
LAS FIBRAS SENSIBLES
Algunas puestas de alta carga emotiva
deleitaron la escena. Un ejemplo son los solitarios personajes de “Canción de cuna para un anarquista” del chileno Jorge Díaz. El encuentro entre Rosaura y Balbuena
(notables actuaciones de Haydée Cáceres y Augusto Mazzarelli) reveló que, a
veces, se puede tener mucho en común con algunos desconocidos.
"Canción de cuna para un anarquista" |
Circunscrito en la línea de montajes
testimoniales como “Criadero” y “Padre Nuestro”, la dramaturga intentó explorar
las fibras ajenas bajo una mirada sanadora. Fue así que las emociones de Fernando
Verano y Marisol Palacios fluyeron desde el corazón a través de testimonios
materializados en voces de tres actores y proyecciones audiovisuales.
“Una relación pornográfica”, pieza del belga
Philippe Blasband perseguía quizá esa misma sintonía de complicidad, aunque
desde otra mirada. La de dos extraños que descubren lo que existe más allá del
deseo carnal. Alfonso Dibós y Vanessa Vizcarra, de gran química, interpretaron
a esta pareja sin complejos ni temores en una puesta sobria en todo sentido. Alejada de mórbidas referencias, la puesta –dirigida
con eficiencia por Pancho Tuesta– explora los temores en torno a la costumbre luego
de la atracción. Esta propuesta –una de las más honestas de Break– logró desnudar
la conciencia de los asistentes al Centro Cultural El Olivar.
"Taller de reparaciones" |
DOSIS DE REALIDAD
El imaginario nacional ha sido el norte de
trabajos plausibles. “El país de la canela”, obra de Alonso La Hoz y ganadora del
Festival Sala de Parto 2015, mostraba a una república perdida entre macondos y edenes
que seguían la brújula irreverente de Diego la Hoz, su director.
"El país de la canela" |
A Soma Teatro le bastó un rincón de la Casa
Recurso de Barranco y pocas funciones para lanzar una denuncia. “Dos perdidos en una noche sucia”, obra del brasilero Plinio Marcos de Santos y adaptada a
nuestra realidad por Daniel Amaru Silva, así lo demuestra. Bajo la dirección de Rodrigo Chávez, esta propuesta
descarnada golpeó a su audiencia. Dos falsificadores de fluorescentes que
comparten un conteiner (Alain Salinas y Gianfranco Cruzado) son los supervivientes
de un sistema esclavista que les niega el deseo de superación e, incluso,
apelar a su libre albedrío.
"Dos perdidos en una noche sucia" |
Bajo la dirección de Óscar Carrillo la pieza
signada de taras sociales y alegorías deviene en una prueba a la memoria
colectiva. Con agudeza e ironía, Rosella Roggero, Ximena Arroyo y la primera
actriz Sonia Seminario intentarán descifrar los designios de la patria y los de
sus vidas también.
"Silencio sísmico" |
Su alegoría contestataria, punzante y fresca
sobre la codicia de la clase política y los falaces paradigmas de desarrollo invitaron
a reflexionar el futuro nacional desde un reactivado y entrañable Teatro
Universitario de San Marcos, ahora en el jirón Lampa 833 del Centro de Lima.
EL RIESGO FLUYE
Si se hablara de puestas “peculiares”
debería nombrarse a “El rostro”, un texto de estructura fragmentaria escrito
por Ricardo Olivares. El ganador del cuarto lugar del Premio Nueva Dramaturgia 2016
del Ministerio de Cultura abordó las dudas existencialistas de un antropólogo
contrariado por el olvido, la distancia o el desarraigo.
"Así de simple" |
"Huellas", impro testimonial |
Ya de directoras, jugaron con la
retrospectiva personal hasta convertirla en una emoción universal en “Huellas”.
Esta creación de impro testimonial incluía recursos como “soundlooping”, lenguaje
de señas que permite improvisar música en grupo. Este ingenio y versatilidad ha
convertido a la Paya Casa de Barranco en hogar de puestas irrepetibles y
honestas que deben cntinuar.
Tan original como “Sírvase un payaso 2”
(2017), una creación escénica colectiva que mezcló circo, improvisación, clown
y stand up bajo el paraguas de la comedia. Sus protagonistas (los
inclasificables “Manchi” Ramírez, Miki Vargas y Renato Pantigozo) intentarán salvar
un teatro –y la función– entre bufonadas, acrobacias y carcajadas.
"Sírvase un payaso 2" |
"Esperando a Godot" |
CUANDO EL TIEMPO HABLA
Y desde el teatro Ricardo Blume, Aranwa se
dedicó –con sumo acierto– a conectar escénicamente la memoria histórica (y
familiar) con nuestro presente. Sucedió con “Un país tan dulce”, pieza de verso
ágil y gracia criolla compuesta por la pluma versátil de Celeste Viale. En aquella Lima de fulgores costumbristas se
reflejan los avatares de la joven república desde los ojos de López, periodista
de “La Prensa”, interpretado brillantemente por Miguel Álvarez. Un carnaval festivo
que puso a un elenco disciplinado, la música de Mateo Chiarella y cuidadas
coreografías de Juan Pablo Lostannau al servicio de la sátira política.
"Yerovi, vida y muerte de un pájaro canto" |
Este ciclo dedicado al poeta, periodista y
dramaturgo de bigote risueño merecía culminar con “Yerovi, vida y muerte de un pájaro cantor”. La bellísima y sublime pieza escrita por Viale busca en el pasado las respuestas a un ejercicio de contrición sincero y
familiar. Amparada en episodios históricos y elementos
meta–teatrales, el director Jorge Chiarella fraguó una historia interesante y
fluida en dos actos bien actuados y estructurados. Los impecables trabajos de Janncarlo
Torrese y Daniela Rodríguez –como Yerovi y su madre, respectivamente– marcaron
una pauta de justicia que reivindica.
"Café inútil orquesta" |
En este camino de sueños hipotecados, Javier
Quiroz, Jhuliana Acuña y el propio López Rentería resistirán juntos. Su
protesta tendrá a la noche como un pentagrama infinito y solidario; y diversos
elementos como aliados de lucha que, fuera de escena, sirvieron de despedida de
su casona barranquina a Espacio Libre.
ESCENAS DISCRETAS
Otras obras, en cambio, capturaron méritos por
aspectos indiscutibles. Así, “Vigilia de noche” nos acercó al doloroso y
conflictivo universo del sueco Lars Norén. El director Carlos Acosta aprovechó esto
para trasgredir los códigos de la familia tradicional con relativo éxito.
"Las mujeres de los nazis" |
"Luz de gas" |
En la bruma de los aplausos, aparece “Luz de Gas”, bajo una cómoda dirección del español Darío Facal. Sobre la obra del
dramaturgo Patrick Hamilton, el director compone un thriller correcto: una antigua
casona con secretos, amas de llaves sospechosas y un astuto detective… Hasta ahí todo bien. Los personajes son oscuros:
Valdés convence en un papel enigmático, mientras que Lucía Caravedo se sostiene
en delirios esquizofrénicos. No obstante, algo falla en la amalgama audiovisual
y escénica que resta ritmo y misterio a una puesta que buscaba alumbrar los
tenues linderos de la psiquis humana desde el Teatro Británico. Veamos qué novedades
trae este 2018.