Bajo un cielo de estrellas titilantes, Roland
y Marianne asisten a una extraña conjunción cósmica. La más importante de sus
vidas, quizá, porque descubrirán que sus mundos no son tan diferentes como imaginan
y que, más bien, obedecen a un principio inevitable y universal: el azar.
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Roland (Jesús Neyra ) y Marianne (Gisela Ponce de León) Foto: Kitty Bejarano |
Él, apicultor urbano, y ella, profesora de
mecánica cuántica, confrontarán las posibilidades de una relación entre
temores, dilemas y torpezas, aunque solo sean dos jóvenes citadinos en una
tarde cualquiera. Estos ingredientes aparecen en “Constelaciones” (2012), unas
de las piezas más laureadas del británico Nick Payne. Con una escenografía minimalista que
aprovecha la arquitectura del Teatro de Lucía, el director Rodrigo Falla
Brousset plantea estos “múltiples universos” con mirada detallista. Sus
luminarias colgantes –las estrellas– y unas líneas blancas sobre el suelo invitan
al juego de las casualidades.
Utiliza la funcionalidad de su dramaturgia –diálogos
con determinados matices que se reiteran hasta lograr momentos únicos–, y el trabajo
de su elenco, Gisela Ponce de León y Jesús Neyra, que no desentona su timing ni
compenetración anímica durante esta obra sin intermedio.
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Afiche de "Constelaciones" |
El modelo lúdico de mundos posibles ya ha
sido explorado con ingenio y eficiencia en piezas cortas como “Sure thing”
(1988) del estadounidense David Ives –texto que Falla Brousset dirigió en “No
pensé que era amor (2018)”– o “Así de simple”, una comedia de tres perspectivas
simultáneas escrita por los argentinos Ignacio Bresso y Sofía González Gil. En “Constelaciones” Falla Brousset respeta
las referencias inglesas de la pieza original que, aunque causan cierto ruido,
no restan verosimilitud ni dinamismo al montaje. La dirección se afianza sobre dos
ejes sostenidos por el diseño de la iluminación, un recurso protagónico.
Uno de “realidades posibles” que encandila a
la audiencia por su cariz poético e impredecible; y otro de “realidades desoladas”
que marca las transiciones del primero, y emplea dos luminarias cenitales para
descargar las escenas más intensas del contubernio.
La estructura fragmentaria salpica de saltos
temporales (pasado/presente) con la complejidad de nociones de partículas
cuánticas o la organización social de las abejas. El cambio de perspectivas
–con buen uso del espacio: izquierda/derecha o en escena/bajo ella– ayuda mucho
a este propósito lúdico.
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Rodrigo Falla Brousset dirige "Constelaciones". Foto: Kitty Bejarano |
A través de Roland y Marianne, el elenco
transita por episodios irónicos, apasionados, frustrantes y dolorosos bien acentuados
con silencios. Ponce de León imprime un perfil frágil e intenso entre arrebatos
y delirios, mientras que Neyra resuelve con más encanto que lógica las
intenciones de su personaje. No obstante, la carga emocional de ambos satura
hacia el final. Con el plano lúdico diluyéndose rápidamente, las escenas se
tornan algo densas y aletargan la fluida poética del inicio hasta aterrizar en
el desencanto de nuestro albedrío. En “Constelaciones” estos ideales, tan fugaces como humanos, son eclipsados infinitas veces por el Destino.
FICHA
ESCÉNICA
Dirección: Rodrigo Falla Brousset
Asistencia de dirección: Vera Pérez-Luna
Elenco: Gisela Ponce de León y Jesús Neyra
Oficial
Producción ejecutiva: Ale Reyes Freitas