El director Paco Caparó y Jhosep Palomino,
su habitual asistente, dirigen esta propuesta que, más allá del montaje en escena,
se erige como señal de alarma para una sociedad construida sobre paradigmas, estereotipos
y prejuicios. A través de breves episodios hilados en un cíclico flashback se
configura un eje de réplicas aparentemente interminables. El director denuncia la violencia –en
esencia, machista– y la retrata con una perspectiva cruda ya vista en obras
como “Carne de mujeres” (2012).
Esta vez, añade con gran acierto una visión
transversal del fenómeno y la desmitificación de las proclamas vacías. Para lograrlo, “Aquí no hay lugar para
unicornios” muestra a la violencia “normalizada” e institucionalizada en toda
amplitud: la casa, la escuela, los centros de labores y los espacios de
denuncia. Sus personajes son seres carentes de afecto familiar extraídos de la
realidad cotidiana.
A pesar de intentar distanciarse de viejos estereotipos,
llama la atención que los potenciales abusadores sean, en su mayoría, roles
masculinos, reservando las intrigas psicológicas a los papeles femeninos.
El equilibrio de las historias no evita la ligera sobre-victimización de los casos. Pero sí reproduce una galería de paradigmas que reflejan la idiosincrasia pasiva de nuestra sociedad. Los hábitos de consumo, la cosificación de la mujer, el empleo de la manipulación y la culpa, la voracidad laboral que invalidan y contamina, incluso, los ideales más justos. Lejos de amilanarse, el elenco –los 17 alumnos de 3er año del Club de Teatro de Lima– afianza su compromiso y dedicación. A nivel estructural, la narrativa precisa y el ritmo vertiginoso de la puesta va hilvanando la diversidad de conflictos con dosificada elocuencia e intensidad, lo que la convierte en apreciable en sus dos horas de duración.
El equilibrio de las historias no evita la ligera sobre-victimización de los casos. Pero sí reproduce una galería de paradigmas que reflejan la idiosincrasia pasiva de nuestra sociedad. Los hábitos de consumo, la cosificación de la mujer, el empleo de la manipulación y la culpa, la voracidad laboral que invalidan y contamina, incluso, los ideales más justos. Lejos de amilanarse, el elenco –los 17 alumnos de 3er año del Club de Teatro de Lima– afianza su compromiso y dedicación. A nivel estructural, la narrativa precisa y el ritmo vertiginoso de la puesta va hilvanando la diversidad de conflictos con dosificada elocuencia e intensidad, lo que la convierte en apreciable en sus dos horas de duración.
Destaca también el uso eficiente de elementos.
Un ejemplo claro son las máscaras que “protegen” la identidad de las niñas y aportan
“presencia” a objetos inanimados. Las cajas de madera juegan en una escenografía
funcional y sobria, conjugada de forma brillante por las atmósferas íntimas y
reveladoras de la iluminación.
A través de su irónico título, “Aquí no hay
lugar para unicornios” revela que el futuro tiene poco que ver con equinos
imaginarios o linajes azulados. En un país con una de las mayores tasas de agresiones
sexuales y feminicidio como el nuestro, son las mujeres –y su denodada lucha–
las hacedoras de los nuevos tiempos.
FICHA ESCÉNICA
“Aquí no hay lugar para unicornios”, creación colectiva
Dirección: Paco Caparó
Asistencia de dirección: Jhosep Palomino
Elenco: Adriana Burga, Oriana Canales, Levi
Castillo, Javier Deza, Estefanía Gallegos, Kevin Gonzáles, Flavia García, José
Gallo, Yuliana Huallanca, Daniel Marcone, Manuel Muñoz, Verónica Narro, María
Isabel Rojas, Jordana Ramos, Joe Silva, Jackeline Soto y Milagros Yupanqui
Funciones: Sábados y domingos a las 7pm
Temporada: Del 24 de marzo al 08 de abril
Lugar: Club de Teatro de Lima (Av. 28 de
Julio 183, Miraflores)
Entrada General: S/. 15
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