Conversando con Gabriel De la Cruz
Director de “Un monstruo bajo mi cama”
Cada tarde antes de función, Gabriel De La
Cruz recorre el patio de la Alianza Francesa de Miraflores. “Un monstruo bajo mi cama”, la puesta que dirige en ese recinto, lo ha involucrado tanto como a
su elenco: seis muchachos que, sin ser actores, conviven en un proceso sincero,
íntimo y liberador. Sin poses vanas, De la Cruz no busca perfeccionismos,
tan solo una dosis de honestidad para su propuesta testimonial. Sucedió así cuando
este montaje se presentó por primera vez en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) y luego en el Museo de Arte de Lima (MALI).
Gabriel De la Cruz rodeado de su elenco |
DIVERSIDAD SENSIBLE
Tras un proceso creativo de tres meses, el
equipo se aproximó a una imagen no heterosexual del gay. “El resultado fue
revelador si te imaginas cómo se integraron todas esas miradas en una sola. Fue
un gran reto generar la confianza en el otro y que se sientan en equipo”,
afirma. Pero lo lograron.
Otro desafío fue revelar la compleja
diversidad del colectivo LGTIBQ. Es decir, abordar la problemática de personas lesbianas, gay,
transexual –la población más vulnerable en el Perú–, intersexuales, bisexual y queer
(seres andróginos que no encajan en el binomio masculino/femenino) con sutil
simpleza.
“Existe una multiplicidad de sentimientos
en nosotros, más allá de los vínculos románticos y eróticos. Somos sujetos
políticos y cuestionamos el statu quo”, asevera De la Cruz. Esta voz plural se hace
escuchar en un momento importante: ahora el debate sobre la situación de la
comunidad es más abierto.
SERES DE LUZ
Y, como se aprecia en la obra, las madres se
adhirieron a esta lucha. “En la pieza están en todas sus formas: la maternal,
la comprensiva, la homofóbica, la voluble… pero todas, son una luz en el
escenario”, confiesa. Esa innegable presencia brilla en el programa de mano con una carta
que De la Cruz escribió a su madre.
"Un monstruo bajo mi cama" |
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