La “extraña” muerte de Rachel Corrie (1979-2003)
en Rafah, Palestina, sacudió la indiferencia de la comunidad internacional del
nuevo milenio. ¿Qué pasaría por la cabeza de una joven estadounidense para dejar
su apacible hogar en Olympia y enrolarse en una cruzada pacifista en una guerra
ajena y desproporcionada al otro lado del mundo?
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Gisela Ponce de León
en "Mi nombre es Rachel Corrie" |
“Mi nombre es Rachel Corrie” (“My name is Rachel Corrie”, en su título original), estrenada a
dos años de su muerte, en 2005 intenta dar algunas pistas. Editada por Alan Rickman y
Katherine Viner a partir de cartas, grabaciones y correos electrónicos de esta
joven activista, la pieza teatral sorteó censuras y presiones por la denuncia
social y política que suponía el abuso de las fuerzas armadas israelíes
afincadas en Palestina. El Teatro La Plaza la llevó a escena por primera
vez en junio de 2007. La puesta iba solo los miércoles y tenía como
protagonista a Gisela Ponce de León y la dirección de Nishme Súmar. Trece años después
y tal cual fuera el montaje original, esta obra enérgica, llena de simbolismos
y referencias históricas, vuelve ahora en su temporada principal.
A través de un potente monólogo, la activista –estupendo
trabajo de Ponce de León– envuelve a su audiencia en una historia de
solidaridad olvidada por intereses políticos y religiosos entre territorios que
prefieren ignorar su hermandad histórica. La propuesta ritualista e íntima, características
en los dramas de Súmar, sirve a este propósito.
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La puesta en escena es dirigida por Nishme Súmar. |
Los espectadores se enfrentan a una vela de luz
oscilante en la mitad del escenario. Esa llama irradia fragilidad y zozobra, una
sensación de tensa calma similar para los inconexos pueblos que componen Palestina
y que podría extinguirse cuando los fuegos de guerra se encienden y la
comunidad internacional vuelva la vista hacia otro lado.
Ponce de León da cuerpo, voz y, sobre todo, alma
a Corrie. Su presencia transita por sus convicciones más sólidas y la
desnuda también por sus naturales temores y recuerdos familiares. Su discurso,
en cambio, trasciende ideologías, continentes y épocas hasta resonar con angustiante
vigencia en un escenario bélico latente como Medio Oriente. Minimalista y sensorial, la puesta de Súmar crea
una atmósfera de soledad y desolación sobre una caja negra asediada
correctamente por luces –a veces, tenues y mortecinas; y otras brillantes y
cegadoras– y sombras que reconstruyen los episodios vividos por Corrie entre su
natal Olympia y la Franja de Gaza. La utilería es cuidadosamente empleada.
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"Mi nombre es Rachel Corrie" fue estrenada en Lima
por Teatro La Plaza en 2007 y repuesta este 2020. |
El trabajo de Súmar y Ponce de León, “emparentadas”
por su ascendencia palestina, las compromete y mucho. La nostalgia que sienten por
una patria lejana y sistemáticamente desposeída las acompaña, aunque, a mitad
de la puesta, la reducida dinámica del montaje tienda a abrumar cuando los
alegatos pacifistas de Corrie o los contrastes que hay entre su hogar en
Estados Unidos y los que anhela proteger en Palestina, buscan lo contrario. “Mi nombre es Rachel Corrie” es un testimonio
honesto y valiente sobre quienes luchan en silencio por una paz lejos de casa, pero
que sienten tan suya. A través de una voz femenina, la oportuna reposición del Teatro La Plaza debería impulsarnos a comprender el mundo que existe más allá de las
fronteras de nuestros privilegios y comodidades.
Imágenes: DIFUSIÓN / La Plaza
FICHA ESCÉNICA
“Mi nombre es Rachel Corrie” de Alan Rickman y
Katherine Viner
Dirección: Nishme Súmar
Elenco: Gisela Ponce De León
Lugar: Teatro La Plaza (Av. Malecón de la
Reserva 610, local 211, CC Larcomar, Miraflores)
Temporada: Del 12 de enero hasta el 02 de marzo
Funciones: De jueves a martes a las 8pm /
Domingos a las 7pm
Entradas: S/ 70 (General), S/ 28 (Estudiantes) y
S/35 (Jubilados)
Un montaje de Teatro La Plaza
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