Dos vagabundos aguardan a un misterioso
hombre que, al parecer, no vendrá. A fines de los años 40 el irlandés Samuel Beckett (1906–1989) no imaginó que esta premisa escrita con magistral desconcierto
en “Esperando a Godot” (“En attendant Godot”, 1955) dividiría a críticos y espectadores desde su estreno
oficial en 1953.
"Gogo" (Ximena Arroyo) y "Didi" (Manuel Calderón) |
Con solo dos actos, esta pieza –uno de los
pilares del “Teatro del absurdo”– se convertiría en un ensayo sobre la
existencia fugaz, la soledad y la desesperanza como ejes de la angustia humana.
La obra nació tras dos grandes guerras, cuando el mundo vivía bajo una estela de profundos cambios y cuestionamientos al orden y nacían las vanguardias literarias.
Omar del Águila asume un gran desafío: dirigir una pieza icónica –de escuetas acotaciones– con más de seis décadas en el imaginario teatral. El resultado es una tragicomedia oportuna y lúcida por su vigencia histórica y esencia desoladora que celebra con justicia los 79 años de la Asociación de Artistas Aficionados.
Omar del Águila asume un gran desafío: dirigir una pieza icónica –de escuetas acotaciones– con más de seis décadas en el imaginario teatral. El resultado es una tragicomedia oportuna y lúcida por su vigencia histórica y esencia desoladora que celebra con justicia los 79 años de la Asociación de Artistas Aficionados.
ESPERA COTIDIANA
Ya el primer acto da pinceladas más oscuras
que absurdas: el espectador intenta establecer algún nexo lógico. Una labor
infructuosa ante los desconcertantes diálogos y curiosos juegos que ensayan Estragón / Gogo (bien logrado con los buenos matices de Ximena Arroyo) y Vladímir / Didi(un afinadísimo rol de Manuel Calderón).
Lukcy (Oviedo) y su amo Pozzo (Velarde) |
Calderón construye su “Didi” –excéntrico y
lúdico– con contagiosa ilusión y energía a lo largo de dos horas de función,
mientras que, bajo los arrebatos y delirios de “Gogo”, Arroyo irradia una humana fragilidad.
A pesar de la maniática reiteración textual ambos lucen dinámicos y solidarios en
escena. Beckett reserva lo mejor para la segunda mitad.
Las frágiles certezas del primer acto sucumben ante dudas existencialistas y
tanáticas y frases de un humor poco soterrado sin que asome Godot. De hecho, esta
ausencia es más una razón para reflexionar sobre el tiempo o la esperanza con honesta intensidad.
CAMINO
DESOLADO
Por eso la expectativa es dosificada con la
intrusión de fugaces personajes y un humor más oscuro. El amo Pozzo (un implacable
rol de Percy Velarde) y su lacayo Lucky (Juan José Oviedo, elocuente a su modo)
quiebran la rutinaria espera con reflexiones sobre el abuso de poder y la
miseria.
Escena de "Esperando a Godot" |
El efecto del cambio de lógica es más
evidente en la segunda parte hasta que el anuncio del muchacho (Omar Rosales) reinicia
el ciclo.
El diseño de la escenografía resulta sobrecogedora y de un cariz nihilista: es un camino
abandonado con un árbol solitario que no banaliza la tensión de los personajes
grises. La naturaleza plástica (luces y colores) y
sonora (marcaciones de tiempo) habitual en los montajes de Del Águila aporta sensorialidad sin tanto artificio.
La simple anécdota de “Esperando a Godot” basta
para desafiar atemporalmente a alguna sociedad en busca de que algo suceda, aun
cuando no se sepa bien qué ni para qué sea.
FICHA
ESCÉNICA
Elenco: Manuel Calderón, Ximena Arroyo, Percy
Velarde, Juan José Oviedo y Omar Rosales
Dirección: Omar del Águila
Temporada: Del 19 de mayo al 11 de junio
Las funciones van los viernes y sábados a
las 8pm / Domingos a las 7pm
Lugar: Asociación de Artistas Aficionados
(Jr. Ica 323, Lima)
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