viernes, 10 de enero de 2020

El balcón indiscreto

Desde “Deshuesadero” (2014) uno podría intuir la inquietante fascinación de Carlos Gonzales Villanueva por deslizar críticas lúcidas y mordaces en sus comedias negras de atmósferas surrealistas. Un rasgo presente en muestras de su, todavía breve, dramaturgia: “Al filo de la vereda” (2016) u “Oda a la luna” (2017).
Claudio Calmet, Giovanni Arce, Claret Quea
y Augusto Mazzarelli  en "El hombre intempestivo"
“El hombre intempestivo” (2019), contemporánea y existencialista fábula sobre la felicidad y el fracaso, avanza por esos linderos. La historia nace de una anécdota insólita, y se nutre de exploraciones introspectivas, una risueña mirada a la alteridad y los mundos posibles a los que David Carrillo, experto en obras divergentes, añadió personalidad escénica. En la reciente pieza escrita por Gonzales Villanueva, un personaje común, en apariencia, se enfrenta a una sociedad deshumanizada, disfuncional y egoísta, aunque sin saber bien cómo. Con estos pergaminos, la obra ganó el Segundo Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab 2017-2018 del Centro Cultural de la Universidad de Lima (CCUL). El protagonista es Emilio (Giovanni Arce y Pedro Cáceres en perfecto dúo), un dramaturgo a la caza de inspiración, que presencia el suicidio de un hombre parecido a él. Este suceso lo hará cuestionarse hasta “desdoblar” su personalidad tímida por otra desinhibida y, en ocasiones, impensada.
Emilio (Arce) y la jefa (Quea)
Desde entonces, el autor sorteará a las terapias de su psicoanalista (papel aceptable de Augusto Mazzarelli) y los anhelos familiares de su adorable esposa (Alejandra Saba en un interesante contrapunto). Sin embargo, no podrá escapar de sus ensoñaciones y pesadillas, las cuales serán inusuales pistas que el espectador irá descifrando desde su desconcierto. Con un trabajo sólido, Arce y Cáceres se intercalan lúdicamente (cada uno) en un plano real/racional y otro imaginario/delirante. Luego, ambos ejes –con roles inspirados de Saba, Claret Quea y Claudio Calmet– engranarán con fluida sincronía sin perder de vista los propósitos de la comedia. Carrillo resuelve esta historia laberíntica y brumosa hasta pulir una comedia fantástica con dosis de humor absurdo; género que exploró con incansable curiosidad en los recordados montajes de Plan 9. El director navega ahora por una puesta reflexiva y arriesgada sin ataduras nostálgicas ni estéticas.
Emilio y su esposa (Saba)
A nivel escenográfico, el detalle más llamativo es una “saliente” o “balcón colgante” que contagia de asfixiante vértigo a una propuesta dinámica: con entradas y salidas de actores y elementos todo el tiempo. 
Otro interesante es la conjunción inteligente de iluminación y utilería que convierten el espacio en una calle oscura, un parque solitario, una casa desolada... Este camaleónico lienzo le permite al director sostener una narrativa de realidad/posibilidad en torno a una pesadilla que desconcierta y atrapa al espectador hasta el inesperado desenlace. Desde su indiscreto balcón, “El hombre intempestivo” observa cómo la infeliz dictadura del éxito (laboral, personal, familiar...) invita a los incautos a desafiar el vacío.

FICHA ESCÉNICA
“El hombre intempestivo” de Carlos Gonzales Villanueva
Director: David Carrillo
Elenco: Giovanni Arce, Pedro Cáceres, Augusto Mazzarelli, Claret Quea, Claudio Calmet y Alejandra Saba
Lugar: Centro Cultural de la Universidad de Lima (Jr. Cruz del Sur 206, Surco).
Temporada: Del 17 de octubre al 01 de diciembre

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Estación 'desamparados'

¿Cuánta nostalgia puede empacarse antes de iniciar un viaje sin retorno? Dos compatriotas aliviarán esa desazón al imaginar, desde la lejanía, aquella patria distante –que jamás dejaron de amar– mientras confiesan la causa de sus destierros involuntarios, algunos recuerdos y la ilusión de volver algún día.
"Nuestra Señora de las Nubes" de Arístides Vargas
Los rumores de ese pueblo (una caricatura de nación) aparecen en “Nuestra Señora de las Nubes”, escrita por Arístides Vargas (Córdoba, 1954). La pieza integra una brillante trilogía sobre el exilio –este autor dejó Argentina en 1975, para irse a Ecuador y fundó ahí el Grupo de Teatro Malayerba– que completan “Flores arrancadas en la niebla” y “Donde el viento hace buñuelos”.
En esta nueva apuesta de La Vale Asociación Cultural en el Teatro de Lucía de Miraflores, Claudia Del Águila y Michael Joan –en quien recae la dirección–, compañeros del teatro y de la vida, suben a escena ataviados de melancolía, ternura y esperanza: el equipaje inevitable en el corazón de todo viajero.
Óscar (Michael Joan) y
Bruna (Claudia Del Águila)
Bruna y Óscar (Del Águila y Joan) aguardan en una estación perdida en otros tiempos, quizá, mejores cuando logran reconocerse como paisanos de “Nuestra Señora de las Nubes”. Una pregunta reiterativa activará y reactivará el imaginario colectivo de una misma tierra y avivará una identidad en común.
Carentes de linealidad histórica, ambos tejen una libre retrospectiva con sueños quebrados, lejanías impuestas, ausencias injustas y deudas (cívicas, sociales o políticas) pendientes. Los episodios –pícaros, absurdos o metafóricos– encierran obvias denuncias sobre el ejercicio del poder y la falsa democracia –con censuras, persecuciones y desapariciones– que perviven en América Latina. A pesar de sus grises reminiscencias, estos oportunos nostálgicos no pierden su sentido de pertenencia, ni conciencia crítica o anhelo esperanzador. Intercaladas de encuentros en la estación en un tiempo impreciso, aparecen deliciosas parodias y tenues dramas que delinean estampas sociales de un pueblo anclado entre el Realismo Mágico y una cotidianidad pesimista. 
Michael Joan actúa y dirige la puesta
Joan y Del Águila fluyen en escena con solvencia y versatilidad en un ejercicio escénico que tiene más de complicidad que de ensayo pauteado. Los episodios sobre el origen del pueblo, los delirios de la abuela memoriosa, o el concierto de músicos armenios son algunas escenas memorables y sublimes. A nivel técnico y escenográfico, la propuesta de La Vale brilla por su sobriedad. La vieja estación alcanza dimensiones alegóricas, y la sutileza con que se recrean locaciones a partir de una serie de elementos y la iluminación en el momento preciso son dignas de destacar. ¡Tanta fantasía y nostalgia guardadas en un par de maletas...! La música del argentino Alberto Caleris añade un cariz evocador al perpetuo tránsito de los exiliados descrito por la dramaturgia de Vargas. Concebida como un merecido homenaje de La Vale a Arístides Vargas y Charo Francés, su esposa, por su aporte al teatro latinoamericano, “Nuestra Señora de las Nubes” se erige como un canto a la identidad, memoria y arraigo, credenciales que, como los pasaportes, no deben perderse jamás en tierras lejanas.

FICHA ESCÉNICA
“Nuestra Señora de las Nubes” de Arístides Vargas
Dirección: Michael Joan
Asistencia de dirección: Claudia Rúa
Elenco: Michael Joan y Claudia Del Águila
Musicalización: Alberto Caleris
Diseño de luces: José Miguel
Lugar: Teatro de Lucía (Ca. Bellavista 512, Miraflores)
Funciones: Martes y miércoles a las 8pm
Temporada: Desde el 22 de octubre al 04 de diciembre
Entradas: S/ 56 (General), S/ 37 (Jubilados) y S/ 27 (Estudiantes) en Teleticket y en la boletería del teatro
Una producción de La Vale Asociación Cultural

domingo, 3 de noviembre de 2019

Los sueños rotos

Tras una reveladora temporada en la Sala Tovar de Miraflores, Onírica Teatro ha reestrenado “Este lugar no existe” (2019) en el Museo de Arte de Lima (MALI). En ese paraíso fugaz y descarnado los sueños parecen deshacerse ante la violencia y los abusos de la codicia irracional del hombre.
La abuela (Irene Eyzaguirre), Julia (Yaremís Rebaza)
y (Ernesto) Santiago Torres
En este delicado aparejo dramático, Alejandra Vieira ha contrapuesto, con justicia y solvencia, las ilusiones de dos jóvenes frente a una maquinaria hostil que socaba la dignidad en Madre de Dios. Y lo plasma a través de paradojas funcionales que oscilan entre una visión intimista y ritualista de nuestra Amazonía y la barbarie mercantilista auspiciada por la minería ilegal.  
La revisión psicológica, antropológica y sociológica latente en su dramaturgia se reflejó, además, en el montaje dirigido por la propia Vieira. Estos innegables aciertos la convirtieron en una de las piezas ganadoras del Premio Nacional de Nueva Dramaturgia 2017 del Ministerio de Cultura del Perú (MINCUL). La primera escena de “Este lugar no existe” sucede en un prosti-bar. Un encuentro amatorio reunirá a Ernesto y Julia (Santiago Torres y Yaremís Rebaza), dos adolescentes con alma de niño y alas de mártir que, a pesar de sus diferencias, descubrirán que tienen más en común de lo que piensan.
Alejandra Vieira escribe y dirige
"Este lugar no existe"
Con 17 años, el primero abandonó su natal Abancay para trabajar en una mina informal y salir de la miseria; mientras que la otra, de apenas 15 años, cree ser dueña de su cuerpo y su destino. Ambos han caído en Madre de Dios más por carencias económicas o familiares que por convicción propia.
La soledad los aferrará a una ilusión, al amor o, en el caso de Julia, a los recuerdos de su abuela fallecida (Irene Eyzaguirre, con breves y apariciones vitales). Con un trabajo sencillo y honesto, Rebaza y Torres convierten sus traumas y miedos en una semilla de esperanza en medio del páramo. Sin embargo, la pareja protagónica debería cuidar más su dicción y el acento que revela su origen, algo que Eyzaguirre logra transmitir con eficiencia con su presencia mística y tribal. Y aunque ciertas pistas musicales –algo sofisticadas, quizá– generan distancia con la selva, la propuesta es escénicamente sobria y creativa.
Julia (Rebaza) y Ernesto (Torres), víctimas de
la minería ilegal de Madre de Dios
En especial, cuando elementos comunes (piezas de plástico) construyen la ilusión de un escape terrenalmente posible, algo que la iluminación y las proyecciones de video consiguen al crear una atmósfera íntima y fantástica que acentúa las ensoñaciones de Julia o el tránsito místico de estos tres personajes. Ese lugar no existe” es un interesante precedente de cómo retratar, sin clichés ni paternalismos, al Perú que late más allá de la capital. La mirada circundante a esa Lima que observa callada –escena que quiebra una “teórica” cuarta pared en la puesta– revela los muros de indiferencia y egoísmo que quedan por derribar.


FICHA ESCÉNICA
Este lugar no existe” de Alejandra Vieira
Dirección: Alejandra Vieira
Elenco: Yaremís Rebaza, Santiago Torres e Irene Eyzaguirre
Temporada: Del 25 de octubre al 15 de diciembre
Funciones: Viernes y sábados a las 8pm / Domingos a las 7pm
Lugar: Auditorio AFP Integra del MALI (Paseo Colon 125, Lima)
Entradas: S/ 40 (General) y S/ 25 (Estudiantes)
Producción: Onírica Teatro
Más información en el evento de la obra

jueves, 24 de octubre de 2019

El sueño soviético

Las quimeras son alucinaciones vitales. Esa maravillosa impulsividad mueve las ficciones más sublimes o las realidades más abyectas gracias a un discurso épico, esperanzador o persuasivo que los solitarios personajes de “El rancho de los niños perdidos” pretenden sortear.
Elenco de "El rancho de los niños perdidos"
La pieza escrita por el dramaturgo Sebastián Eddowes los sitúa en un escenario de identidades camufladas, convulsos ejes históricos y sociales, episodios de vana ilusión y dosis de activismo LGTBI. Estos ingredientes, de un algún modo u otro, encontraron eco en el Festival Sala de Parto 2017 como una de sus obras ganadoras.
Este montaje –una fábula que convence hasta cierto punto– describe la difícil lucha por los sueños por más irreverentes que estos sean. Desde ese lugar observa la esquiva búsqueda del amor o la amistad en un mundo plagado de pasiones vacías y relaciones tiranas.
Alexander Porfirievich Zinatov (Seyfarth)
y Benjamín Murieta (Ramos)
La historia presenta a Benjamín Murieta (buen rol de Sebastián Ramos), un joven limeño incomprendido y desprotegido en un país que se cae a pedazos (el Perú de finales los años 80). Su pasión por el cine parece ser la única certeza entre el caos, la violencia y la inflación.
Su fragilidad aparente no lo arredra a emprender una aventura imposible: darle la vuelta al planeta en busca de un lugar donde no se sienta ajeno, aunque ello lo obligue a refugiarse en la ficción. 
Llega a “El rancho de los niños perdidos”, un oasis de libertad artística en medio de la censura y el totalitarismo del régimen comunista en Bielorrusia. Ahí conoce al excéntrico cineasta ruso-español Alexander Porfirievich Zinatov (Carlos Seyfarth en un papel temperamental), su director de cine favorito y líder de esa comunidad habitada por adolescentes abandonados; entre ellos, Michel o Francesco Rossi (Jorge Black), el famoso protagonista de sus filmes.
Francesco Rossi o Michel (Jorge Black)
La puesta tiene dos actos marcados por revelaciones, atracciones e intrigas; contextualizados acertadamente con antiguos metrajes de cintas soviéticas y una sobria musicalización. 
Con una escenografía y utilería mínimos, las interpretaciones de Ramos y Seyfarth –y su relación tensa e íntima– lucen potentes y verosímiles en el primer acto.
En la segunda mitad –y con una intervención más fresca de Black–, las verdades terminarán por derribar los muros de fantasía de la quimera soviética y los desvaríos de Alexander. 
En la premiación en Cannes (una escena clave), no obstante, los actores rayaron con la sobreactuación en un afán por desmarcarse de sus roles principales restando naturalidad. A pesar de sus exotismos narrativos, “El rancho de los niños perdidos” se revela como un espejo de las relaciones humanas que no distingue géneros, épocas disfuncionalidades familiares ni ideas políticas. Esta vez, quizá, el artificio provocador de algunas de sus escenas logró opacar el impacto de una historia que reclamaba más urgencia que brillantina.

FICHA DE LA OBRA
El rancho de los niños perdidos” de Sebastián Eddowes
Dirección: Sebastián Eddowes
Elenco: Sebastián Ramos, Diego Carlos Seyfarth y Jorge Black Tam
Lugar: Amaru Casa Cultural (Jr. Sucre 317, Barranco)
Funciones: De jueves a domingo a las 8pm
Temporada: Del 04 al 26 de octubre de 2019
Entradas: S/ 30 (General) y S/ 20 (Estudiantes y jubilados)
Más información en la página de la obra

viernes, 6 de septiembre de 2019

Estrés escénico

El vertiginoso ritmo de vida ha convertido las rutinas laborales en tormentos a los que sobrevivir a diario. Con “Tra.ba.jo. Este programa perjudica tu libertad” reconocerá cómo la forma en la que se gana la vida sea, quizá, la responsable de aquella fatiga emocional que lo inquieta.
José Luis Ríos (Germán Pecar) y
Giuliana (Úrsula Rodríguez)
La directora Josefa Mora Wiesse recrea “situaciones de estrés límite” que, a pesar de su interés, familiaridad y novedad, alcanza apenas una pálida convergencia escénica. La propuesta –de tres piezas cortas algo desarticuladas– no logra definirse como una crítica a la burocracia institucional, a las asimétricas relaciones de poder o la carencia de ética en entornos laborales. Esta situación impide consolidar una idea global del montaje que podría entenderse por las voces de sus tres autores y los distintos ángulos de su exploración creativa. El resultado desconcierta a una audiencia que intenta encontrar alguna conexión entre sus cortas escenas y sus pistas sueltas.
En “Una grieta en el cemento”, Gian Paulo Canale presenta las vicisitudes de José Luis Ríos (Germán Pecar), el candidato favorito de las encuestas, que, en la recta final de su campaña política, avizora cómo un incómodo secreto podría acabar con su virtual elección. Giuliana (Úrsula Rodríguez), su asesora, intentará ayudarlo.
Los demonios en "Paralitiquem soñaem"
En algún punto las intenciones de estos personajes se trastocan o intercalan de modo cuasi forzado, lo que propicia a que la pieza fluya hacia una resolución con más dudas que certezas. Algo que el pegajoso jingle que canta Pecar o sus ensayos ante una audiencia ficticia o las chispeantes apariciones de la asistente (Luciana Del Carmen) no lograrán remediar. “Paralitiquem soñaem”, una surrealista trama de Mora Wiesse, presenta a Irene (Del Carmen de aceptable trabajo), una “workaholic” que luego de alistar unos documentos se queda dormida. En sueños es asediada por dos temibles demonios (Pecar y Rodríguez en una dupla inclasificable y divertida) que buscarán su alma.
Las excentricidades –la mayoría justificadas– de la historia esbozan fielmente el dominio irracional del deber sobre el bienestar personal con grandes réditos: explotan el asombro (tétricas máscaras y claroscuros inteligentemente utilizados) en un fugaz thriller psicológico que deja espacio a momentos de comedia.
"Papelito Suárez"
El montaje cierra con “Papelito Suárez” de Angie Ferrero. Aquí la ambientalista Alma Hernández (Del Carmen, más fresca y decidida) lidiará con la burocracia municipal de un empleado ceñido a la norma de apellido Suárez (Pecar, algo bonachón) para conseguir la licencia para abrir el primer centro de terapia emocional para animales de la ciudad. Toda una tragicomedia de ventanilla. Inusitada y divertida, la relación de ambos personajes servirá para transitar más por el delirio que el sentido común. Con un buen empleo de los versátiles ambientes de Amaru Casa Cultural, “Tra.ba.jo. Este programa perjudica tu libertad” apuesta sus posibilidades escénicas en la anécdota textual cuando, en realidad, debería sacudir la conciencia que libere a los “proletarios” del nuevo milenio.

FICHA ESCÉNICA
Dramaturgia: Gian Paulo Canale, Angie Ferrero y Josefa Mora
Dirección: Josefa Mora
Elenco: Luciana del Carmen, Germán Pecar y Úrsula Rodríguez
Lugar: Amaru Casa Cultural (Jr. Sucre 317, Barranco)
Temporada: Del 30 de agosto al 08 de setiembre
Funciones: De viernes a domingo a las 8pm
Entrada: S/30 (General) y S/20 (Estudiantes) en boletería y Joinnus
Más informes: El Tuétano Teatro

domingo, 25 de agosto de 2019

Versos encadenados

Revisar los textos clásicos es un desafío implícito para toda compañía en formación. Con esa motivación la novel Compañía de Arte Dramático (CAD), fundada en 2018, decidió llevar a escena “La vida es sueño”, la pieza más emblemática de Pedro Calderón de la Barca (1600–1681).
Segismundo (Edwar Reyes) y Rosaura (Gabriela Gallegos)
Este drama –género que cobra forma definitiva en el Barroco– vuelve a las tablas con un abordaje textualmente fidedigno que, bajo la dirección de Alonzo Aguilar, se plasma en una propuesta de estética sobria y cuasi mística que, desde el “Siglo de Oro” español (1492–1681), rescata su mirada filosófica sobre las fuerzas que actúan sobre el destino.
Si bien la obra guarda curiosos paralelismos con “Edipo Rey” de Sófocles (496 a.C. – 406 a.C.), la pieza calderoniana diserta, más bien, sobre el libre albedrío y la racionalidad como rasgos humanos ante los designios dogmáticos y divinos que rigen el gobierno de los hombres. La trama trae a Segismundo (Edwar Reyes), hijo del rey Basilio (Eduardo Bazán), quien, atemorizado por los oráculos, decide aislarlo en una torre y evitar su ascenso al trono. Sobre esto se tejerán luchas de poder e intrigas políticas que pondrán en cuestionamiento la razón terrenal.
Rey Basilio (Eduardo Bazán) y Clotaldo (Óscar Yépez)
En escena, Reyes evoluciona con solidez en su metamorfosis de “fiera” a “príncipe heredero”, mientras que Rosaura (Gabriela Gallegos) encarna la restitución del honor sin complejos. Ambas actuaciones, sumadas al innegable compromiso del elenco, no bastan para que la puesta resuene con la contundencia y contemporaneidad del mensaje calderoniano. Una de las razones serían los problemas de dicción y de enunciación de versos que restan el énfasis necesario para los conflictos e intenciones a lo largo de una obra... sin intermedio. A nivel escenográfico y estético, no obstante, “La vida es sueño” alcanza sus mayores créditos. La dirección, por ejemplo, acentúa los picos de drama con movimientos ágiles en los ingresos a escena, duelos y escapes. Aguilar saca provecho del espacio escénico –con espectadores a tres lados– para desplegar un ajedrez coreográfico que no desperdicia las distintas perspectivas.
"La vida es sueño" de Pedro Calderón de la Barca
La iluminación juega íntimamente con la oscuridad siendo su mayor virtud potenciar los monólogos en los que Segismundo reclama su libertad; o al dosificar las escenas que confrontan situaciones como la ambición de Astolfo (Nicolás Valdés) o la necedad del rey Basilio (Bazán), aunque se extrañó el equilibrio de elementos cómicos. La vida es sueño”, en manos de la entusiasta CAD, es un hito de valioso aprendizaje. Y es que cada cierto tiempo, los versos de cariz filosófico de Calderón de la Barca, representados tantas veces desde su estreno en 1635, aún tienen mucho que decir sobre el destino que pesa sobre la humanidad.

FICHA ESCÉNICA
Dirección: Alonzo Aguilar
Elenco: Eduardo E. Bazán, Gabriela Gallegos Dextre, Tamara Padilla, Edwar Reyes, Nicolás Valdés, Johan Velásquez y Oscar Yépez.
Lugar: Asociación Cultural Campo Abierto (Ca. General Recavarren 560, Miraflores)
Temporada: Del 02 de agosto al 01 de septiembre
Funciones: De viernes a domingo a las 8pm
Entradas: S/ 40 (General) y S/ 28 (Estudiante y Jubilados)

sábado, 3 de agosto de 2019

Cruzada ecológica

La Madre Naturaleza está enferma. Sus recurrentes estornudos son una ineludible alerta sobre la resquebrajada salud del planeta, nuestro hogar. “Los defensores de la naturaleza” utiliza esta premisa movilizadora para integrarnos a una cruzada necesaria: proteger el medio ambiente a partir de hábitos cotidianos y sencillos.
Laly (Laly Guimarey) y Checho (Sergio Cano)
Esta idea nació como un interesante formato de Ecofiesta, productora cultural que, desde 2014, impulsa espectáculos ecológicos y talleres de reciclado. Poco a poco, este concepto –coescrito por María Inés Seijas y Jorge Bazalar– fue enriqueciéndose de un abordaje lúdico y minimalista que recala en la conciencia de grandes y pequeños.
La dirección de Bazalar organiza acertadamente los elementos técnicos, estéticos y dramáticos –en ese orden– para construir un discurso eco-amigable, digerible y coherente. Las familias presentes en el auditorio del Museo de Arte de Lima (MALI) pueden percibirlo fácilmente. Por ello es entendible por qué los personajes infantiles de la obra –dos niños que, en realidad, son agentes de cambio– combaten el desinterés de una sociedad habituada a la producción masiva y el consumo fugaz, situación antagónica que impulsará la reflexión del espectador.
Madre Naturaleza (Briscila Degregori)
A pesar de su corta edad y sus temores, Laly y Checho (dupla divertida integrada por Laly Guimarey y Sergio Cano) acuden al llamado de Madre Naturaleza (la ocurrente Briscila Degregori). Ella les advierte sobre el impacto del crecimiento urbano desmedido en ciudades de la costa, la contaminación en la altura de la sierra y la indiscriminada tala en la selva.
Madre Naturaleza es asistida por dos jóvenes aliados (Francisco Luna en la guitarra y Nuria Mayor en el cajón), con quienes juega a la polisemia en códigos típicamente peruanos. La música, por ejemplo, realiza un viaje que va desde ritmos urbanos (rap) hacia otros más tradicionales (huayno o valse criollo).
Los verdes, marrones, ámbares y azules que dominan la iluminación y estética de “Los defensores de la naturaleza” son reforzados por la utilería y vestuarios elaborados a base de material reciclado. El elenco, por su parte, logra dar ese realce costumbrista al exponer su mensaje ambiental a través de la fauna de nuestras tres regiones.
Francisco Luna y Nuria Mayor, los aliados musicales
Aparecen un travieso gecko (Guimarey), una lagartija que busca a su familia entre las huacas costeñas, cada vez más abandonadas y descuidadas; un sabio cóndor (Luna) que, desde las cumbres, narra antiguas leyendas de amor y los actuales peligros de su hábitat; o un mono choro de cola amarilla (Cano) que ha perdido la alegría de vivir al observar a su árbol talado. En tiempos de inversiones bajo cuestionamiento ambiental, “Los defensores de la naturaleza” quiebran la indiferencia de una vida moderna, pero carente de identidad y respeto por su entorno. Estos pequeños adalides ecológicos alzan una voz que los motores de un progreso egoístamente rentable no debería silenciar.

FICHA ESCÉNICA
Dramaturgia: María Inés Seijas y Jorge Bazalar
Dirección: Jorge Bazalar
Elenco: Briscila Degregori, Nuria Mayor, Sergio Cano, Laly Guimarey y Francisco Luna
Temporada: Del 06 de julio al 18 de agosto
Funciones: Sábados y domingos a las 4pm
Lugar: Auditorio AFP Integra del Museo de Arte de Lima (Paseo Colon 125, Parque de la Exposición, Lima)
Entradas: S/ 30 (General) y S/ 20 (Estudiantes, adultos mayores, miembros del Programa Amigos del MALI (PAM) y niños hasta los 12 años)
Idea original y producción: Ecofiesta