miércoles, 28 de junio de 2017

Pícaros inquilinos

Una quinta de excéntricos vecinos inmersos en una vorágine de deudas y amores prohibidos brilla en “La pícara suerte” (1913). A más de un siglo de escrita, esta pieza –un hallazgo familiar– sube a escena con el nostálgico encanto y sátira social tan elocuente en la obra del versátil Leónidas N. Yerovi (1880–1917).
Felipe (José Dammert) y  Ortiz (Pold Gastello)
Una radiografía de época situada en Avellaneda y Buenos Aires, y que podría adaptarse a cualquier realidad por lo arquetípico de sus personajes. Todos pertenecen a un hábitat urbano de contradicciones vigentes: ricos y pobres, valientes y pusilánimes, astutos e ingenuos o creyentes y escépticos. Bajo la dirección de Mateo Chiarella, bisnieto de Yerovi, este juguete sentimental adquiere cuerpo –su ingenio suplió las hojas incompletas y perdidas– y alma definitivos en escena. El montaje no desentona con las tesituras cómicas y desenfadas del autor en una puesta de dos horas que la platea disfruta.

QUINTA ENTRAÑABLE
La trama bulle en enredos. Una serie de decisiones precipitadas ha puesto la soga al cuello al joven Felipe (el irreverente José Dammert). Sin fortuna y una vida risueña, los días en la pensión se tornan caóticos. La casera Emerenciana (una asfixiante y enamoradiza Lilian Nieto) lo persigue por los meses que adeuda.
Comandante Gerardo (Marco Miguel Ravines),
Ermerenciana (Nieto) y Felipe (Dammert)
Corina, su última novia, (Anneliese Fiedler de matices delirantes y maníacos) lo acosa. Don Hermógenes (Ramón García, en un delicioso e intrincado papel) y su escolta familiar de Gregoria y Lola (las correctas Danitza de Bona/Cecilia Rechkemmer* y Olga Acosta) le exigen prudencia, mientras que el comandante Gerardo (aceptable rol de Marco Miguel Ravines) no soporta su insolencia y frescuraLa presencia de todos resulta vital en la comedia, pero es Ortiz (Pold Gastello en un rol perfecto) quien sostiene la trama con eficiente naturalidad. Este personaje –amigo, familiar, asesor… y otras cosas del joven Felipebrilla con una hilaridad precisa para encarnar una ciega esperanza a pesar de los albures a los que juega.

ENREDOS SINFÍN
La vivacidad de Gastello y frescura de Dammert sacan vuelta a un sistema rancio y prejuicioso de taras coloniales que critica la pieza. La aparición de Encarnación (un dulce papel de Mayella Lloclla) consagra la liberación de los enredos sin perder gracia. No obstante, existen dos situaciones que convendría revisar.
Don Hermógenes (Ramón García)
Si bien la cuidadosa dirección de Chiarella crea atmósferas traviesas y aprovecha el espacio físico –la escena de repartición de habitaciones–, no procura un peso escénico más uniforme de sus personajes principales. Quizá, por eso, el desenlace –merced a un esperado azar– se revela un tanto fugaz y difusoEstos aspectos perfectibles no desmerecen el atractivo de “La pícara suerte”. Su bien logrado timing, los detalles de época (vestuario y escenografía) y el acertado elenco tornan exquisito a este discurso de enredos con moraleja y azares. No en vano resulta más fácil confiar en las cábalas y amuletos antes que en las personas.
Imágenes: Aranwa Teatro

FICHA ESCÉNICA
“La pícara suerte” de Leonidas Yerovi
Dirección: Mateo Chiarella
Elenco: José Dammert, Pold Gastello, Ramón García, Lilian Nieto, Mayella Lloclla, Anneliese Fiedler, Marco Miguel Ravines, Chipi Proaño, Cecilia Rechkemmer* (reemplazo a Danitza de Bona) y Olga Acosta
Lugar: Teatro Ricardo Blume (Jr. Huiracocha 2160, Jesús María)
Funciones: Jueves, viernes y lunes a las 8pm / Sábados y domingos a las 7pm
La temporada va hasta el 10 de julio
Una producción de Aranwa Teatro

sábado, 3 de junio de 2017

Cuatro bombines

Dos vagabundos aguardan a un misterioso hombre que, al parecer, no vendrá. A fines de los años 40 el irlandés Samuel Beckett (1906–1989) no imaginó que esta premisa escrita con magistral desconcierto en “Esperando a Godot (En attendant Godot, 1955) dividiría a críticos y espectadores desde su estreno oficial en 1953.
"Gogo" (Ximena Arroyo) y "Didi" (Manuel Calderón)
Con solo dos actos, esta pieza –uno de los pilares del “Teatro del absurdo– se convertiría en un ensayo sobre la existencia fugaz, la soledad y la desesperanza como ejes de la angustia humana
La obra nació tras dos grandes guerras, cuando el mundo vivía bajo una estela de profundos cambios y cuestionamientos al orden y nacían las vanguardias literarias. 
Omar del Águila asume un gran desafío: dirigir una pieza icónica –de escuetas acotaciones– con más de seis décadas en el imaginario teatral. El resultado es una tragicomedia oportuna y lúcida por su vigencia histórica y esencia desoladora que celebra con justicia los 79 años de la Asociación de Artistas Aficionados.

ESPERA COTIDIANA
Ya el primer acto da pinceladas más oscuras que absurdas: el espectador intenta establecer algún nexo lógico. Una labor infructuosa ante los desconcertantes diálogos y curiosos juegos que ensayan Estragón / Gogo (bien logrado con los buenos matices de Ximena Arroyo) y Vladímir / Didi(un afinadísimo rol de Manuel Calderón).
Lukcy (Oviedo) y su amo Pozzo (Velarde)
Calderón construye su “Didi” –excéntrico y lúdico– con contagiosa ilusión y energía a lo largo de dos horas de función, mientras que, bajo los arrebatos y delirios de “Gogo”, Arroyo irradia una humana fragilidad
A pesar de la maniática reiteración textual ambos lucen dinámicos y solidarios en escena. Beckett reserva lo mejor para la segunda mitad. Las frágiles certezas del primer acto sucumben ante dudas existencialistas y tanáticas y frases de un humor poco soterrado sin que asome Godot. De hecho, esta ausencia es más una razón para reflexionar sobre el tiempo o la esperanza con honesta intensidad.

CAMINO DESOLADO
Por eso la expectativa es dosificada con la intrusión de fugaces personajes y un humor más oscuro. El amo Pozzo (un implacable rol de Percy Velarde) y su lacayo Lucky (Juan José Oviedo, elocuente a su modo) quiebran la rutinaria espera con reflexiones sobre el abuso de poder y la miseria.
Escena de "Esperando a Godot" 
El efecto del cambio de lógica es más evidente en la segunda parte hasta que el anuncio del muchacho (Omar Rosales) reinicia el ciclo. 
El diseño de la escenografía resulta sobrecogedora y de un cariz nihilista: es un camino abandonado con un árbol solitario que no banaliza la tensión de los personajes grises. La naturaleza plástica (luces y colores) y sonora (marcaciones de tiempo) habitual en los montajes de Del Águila aporta sensorialidad sin tanto artificio
La simple anécdota de Esperando a Godotbasta para desafiar atemporalmente a alguna sociedad en busca de que algo suceda, aun cuando no se sepa bien qué ni para qué sea.

FICHA ESCÉNICA
Elenco: Manuel Calderón, Ximena Arroyo, Percy Velarde, Juan José Oviedo y Omar Rosales
Dirección: Omar del Águila
Temporada: Del 19 de mayo al 11 de junio
Las funciones van los viernes y sábados a las 8pm / Domingos a las 7pm
Lugar: Asociación de Artistas Aficionados (Jr. Ica 323, Lima)
Más informes en el evento de la obra