sábado, 30 de julio de 2016

Rompecabezas poético

Con pocos espacios para el riesgo creativo, la Residencia para la Investigación y Creación Escénica (RICE) se ha erigido ya como un incentivo encomiable o un proyecto valiente. Desde 2015 la RICE suprime la premisas rígidas y aboga por la experimentación en escena nacida de una investigación.
Impulsada por Pepa Duarte de Imaginario Colectivo –que concibe propuestas escénicas sin temor a la clasificación–, la residencia presentó, entre el 8 y 23 de julio pasado, tres puestas de creadores curiosamente de distintas generaciones como Rodrigo Chávez, Paloma Carpio y Alfonso SantistevanPor ejemplo, “Vox Horrísona” intenta “reconstruir” –con creativa honestidad– el alma de un poeta. Y no de cualquiera, sino de uno muy singular: Luis Hernández (1941–1977), representante de la Generación del 60. El reto propuesto reluce por su impronta caótica: plástica, musical, escénica y sensorial.

EXTRAÑO UNIVERSO
Rodrigo Chávez, director de corta edad y abierta osadía, “ordena” esta confusión escénica con visión. Para lograrlo usa una dramaturgia –tan colectiva como el montaje– que responde a una entrevista hecha al poeta. La lógica convierte a sus interlocutores en fichas que rotan varias veces: un periodista y Hernández.
Daniel Cano (melódica en mano) y Vanessa Geldres (entre pinceles y pinturas) asumen estos roles con ingenio y presteza. Las enigmáticas respuestas del vate ponen en aprietos al entrevistador/a y aportan un dinamismo que simularía la pugna entre la inspiración y la formalidad.
La desconcertante atmósfera involucra a tres músicos (Arturo Chávez, Mauricio Mieses y Germán Aguirre) que, asentados en la sala, desprenden melodías brumosas, confusas y enrarecidas. Bajas y horizontales, las luces añaden fugaces formas y sombras al recorrido performático de sus protagonistas.

VERSOS Y COLORES…
Chávez y su equipo otorgan una cuota de orden, pero es la libertad –poética o escénica– el principal motor de la puesta. La esencia libérrima sitúa a “Vox Horrísona” en algún rincón íntimo del indescifrable universo de Hernández. En él parecen orbitar sus conflictos e ímpetus creativos.
 "Vox Horrísona" (Foto: Diego Alva)
Este choque personal es reflejado por un artilugio periodístico. La construcción del lenguaje excede al verbal (pregunta – respuesta) y enriquece al escénico. Los rápidos movimientos circulares o trazos sobre papel kraft con intrincados títulos o versos de poemas dan cuenta de ello. Sobre el escenario –la “caja blanca” de la Casa Recursose elevan torres de libros desperdigados por el suelo. La música incidental bulle de las paredes y la conexión con el público es puesta a prueba. Como en sus cuadernos, Hernández reposa en un enigma. Develarlo puede ser un encanto horrísono o un deleite inquietante.

Puestas RICE 2016
Lugar: La Casa Recurso (Jr. San Antonio 203, Barranco)

Obra teatral: “Vox Horrísona”
Dirección: Rodrigo Chávez
Elenco: Daniel Cano y Vanessa Geldres
Fechas: viernes 8 y sábado 9 de julio a las 8pm

Obra teatral: “XY”
Dirección: Paloma Carpio Valdeavellano
Elenco: Alonso Núñez y Pepe Santana
Fechas: viernes 15 y sábado 16 de julio a las 8pm

Obra teatral: “ILUSA”
Dirección: Alfonso Santistevan
Elenco: Marivel Arizan
Fechas de presentación: viernes 22 y sábado 23 de julio a las 8pm

viernes, 1 de julio de 2016

Siniestra comparsa

Entre azares y fortunas, un texto dramático llegó a manos de Paco Caparó como una premonición celestial. Una pieza con aires de intriga que la dramaturga uruguaya Teresa Acosta (Rocha, 1944) tituló “La chiquilina se mató y ya está” y que refleja los pálidos compromisos de una sociedad insensible y narcisista.
Destacado elenco de El Sótano
En ella Paco Caparó, director del Club de Teatro de Lima, encontró la atmósfera que había esperado: una tragicomedia social y pertinente. Sobre la caja negra repuso “La niña se mató y punto, su adaptación, junto a El Sótano con una sólida exploración de las posibilidades lúdicas y macabras de su trama.
Tras una primera versión en el Teatro Mocha Graña –que incluyó miradas de sorpresa y sonrisas nerviosasla puesta “resucita” para una segunda temporada. Provocadora e inquietante, la ingeniosa pieza adaptada por Caparó redita su perturbador resultado. Y, quizá, mucho más.

PANTEÓN DE FÁBULA
Choco y Fango (alucinados Hendrick La Torre y Joseph Palomino), los payasos sepultureros, alistan el entierro de una niña llamada Ofelia (Jannina Vargas de espectrales matices). En sus deslucidos atuendos, estos grotescos personajes dilucidan la extraña muerte de la pequeña mientras varias personas acuden al funeral.
"La niña se mató y punto"
Poco a poco, se revelará la relación disfuncional de la familia. Los padres (Juan Carlos Ñiquén y Sandra Barbosa tan explosivos como discordantes); un tío gay (delirante Maykol Ascencios) y una psicóloga cercana a la familia (buen trabajo de Malena Cortegana) algo confundida en sus paradigmas. La sociedad no se mantendrá en silencio.
Un inefable cura (rol entretenido de Gerardo Cárdenas), una vecina metiche (divertida Katherina Sánchez) y la tímida amiga (grácil Sofía Espantoso) de la fallecida. Un tercero (entusiasta José Gómez) intentará descifrar este descalabro hasta que la aparición sorpresiva de Sandra Makishi marca el desenlace con un lóbrego atisbo shakesperiano.

SOCIEDAD SILENCIOSA
Durante la función, más de un espectador se sentirá tentado a reprochar a los revoltosos. Un efecto logrado al quebrar la cuarta pared para conocer a los personajes con más cercanía que extrañeza. Está claro que lo espeluznante no radica en la muerte, sino en su naturaleza alegórica.
Ofelia (Jannina Vargas)
La confusión es el “alma” del montaje. A través de esa diversidad de voces –que Caparó guía con esmero–, se denunciarán las razones risibles y absurdas con que se maquilla la indiferencia. Si el elenco responde idóneamente, los aspectos técnicos (luces y efectos) no defraudan y consolidarán el escenario sombrío.
Como desenfadada adaptación La niña semató y punto” trasciende el libreto e irrumpe entre las butacas. Cobra vida en torno a un ataúd siniestro. Con los sentidos bien despiertos, el elenco de El Sótano esboza un juego escénico que atrapa a la audiencia hasta convertirla en cómplice de un peligroso silencio.

Crédito de fotos: El Sótano


FICHA ESCÉNICA
La niña se mató y punto” (adaptación)
Dramaturgia original: “La chiquilina se mató y ya está” de Teresa Acosta
Dirección y adaptación: Paco Caparó
Elenco: Joseph Palomino, Maykol Ascencios, Juan Carlos Ñiquén, José Gómez Ferguson, Sofía Espantoso, Jannina Lisset Vargas, Sandra Makishi, Malena Viviana Cortegana, Hendrick La Torre, Katherina Sánchez, Gerardo Cárdenas, Sandra Barbosa
Lugar: Teatro Auditorio Miraflores (Av. Larco 1150, sótano)
Temporada: Del 10 de junio al 03 de julio
Las funciones van los viernes, sábados y domingos a las 8.30pm
Una producción de El Sótano y el Club del Teatro de Lima
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