domingo, 19 de junio de 2011

Secretos de una dama

La mujer encaja en la perfecta geometría del deseo. Un teorema cuyos resultados pueden medirse por los sentimientos puros o carnales ímpetus que inspira. En “La Madonnita”, obra del dramaturgo argentino Mauricio Kartun, un viejo fotógrafo transforma esa rara belleza femenina –su leit motiv– en retratos eróticos de singular calidad estética.
Esta obra fue escrita el 2003, pero se ambienta en los crudos años 30 en Buenos Aires. El protagonismo de la mujer se limitaba al hogar y era el destino que le aguardaba a La Madonnita, Filomena (Daniela Baertl).
La excepción era que en su lista de deberes diarios se incluía sensuales desnudos, los que con tanto esmero fotografiaba su esposo Hertz (Alfonso Santistevan) para que, luego, Basilio (Mariano Sábato) las comercializara en los suburbios.




Entre la luz y la sombra
Hertz es un artista. Busca matices de luz y oscuridad para hacer tomas, desenreda el decorado, prepara sus placas y alista la vieja cámara. Mientras imagina su próxima composición –una que avive más el deseo de quienes prefieran retratos de La Madonnita–, no duda en proponer a su mercante como nuevo modelo de un ‘arte’ que podría catalogarse de pornografía.
Tras una deliberación, sin tomar en consideración la opinión de Filomena, Basilio accede. Es probable que el apasionamiento de Hertz por la fotografía justifique su afán por exhibir de esa forma a su propia esposa. Para él es arte y belleza capturadas, lo que en manos del mercante se traduce en unos cuantos pesos.
Entonces, ¿qué convierte a La Madonnita en un objeto deseado? Sin duda, su hermosura espontánea, natural y sin artificio. Una idea que contrasta con su título, donde irónicamente la palabra madona podría evocar a la Virgen María, la virtud y la pureza.



Dama del silencio
En la obra, Kartun suma a ese halo de misterio un personaje silente, sin líneas, y con una riqueza en miradas, gestos y expresiones. Podemos imaginar qué está punto de decir, pero, aún siguiendo cada uno de sus retratos, resulta difícil descubrirla a plenitud. Nadie sabe quién es o si alguna vez esta musa del erotismo amó a alguien. Quizá por ello, la Madonnita guarde en su mirada el rastro de una tristeza lejana.
Se siente en cada instante, aunque escapa a nuestros ojos y a las fotos en las que luce seductora. Y hay un personaje más, uno a quien nunca vemos, pero que está presente para desencadenar algunos  momentos vitales de la trama. Todos ellos dan vida a una historia extraña, tan sórdida como humana.
Ahí se revelan las miserias que, en ocasiones, sirven de justificación para someter o ‘cosificar’ a la mujer en aras del arte. Muy acertadamente dirigida por Mikhail Page, esta puesta se presentó en el Centro Cultural El Olivar, y es, quizá, un intento por rescatar la esencia de la belleza y eternizarla como sensación a través de la fotografía.




La pluma de Kartun
Mauricio Kartun (Buenos Aires, 1946) es uno de los dramaturgos contemporáneos más destacados de Argentina. Uno de los logros más importantes fue la fundación de la carrera de Dramaturgia en Escuela de Arte Dramático de Buenos Aires .
Es autor de más de 25 obras, entre piezas originales y adaptaciones. En nuestro país se estrenaron dos obras suyas: “Chau Misterix” y “Sacco y Vanzetti”; y también realizó una adaptación del clásico “Volpone” del inglés Ben Jonson. Algunas otras piezas aquí.
Y ahora llega “La Madonnita” de la mano de Page, quien tuvo como profesor a Kartun mientras asistía a cursos de dirección en Argentina. Según el dramaturgo, en esta tragicomedia “el texto teatral es la pornografía del teatro. Su quimera de encerrar en un ojo provocativo, obsceno e indeleble aquella carne viva de la representación”.


Fotos: Aliette Bretel

jueves, 16 de junio de 2011

El dilema de dos payasos

Erase una vez una ciudad con circos de barrio itinerantes, telones descoloridos y arenas improvisadas. Un lugar donde la ilusión y la nostalgia solían disimularse tras el maquillaje de un rostro empolvado, con sonrisas dibujadas o narices rojas.
“Cuento alrededor de un círculo de espuma”, una de las primeras obras escritas por la dramaturga Sara Joffré, recoge la atmósfera circense en la que viven, piensan y sueñan dos amigos payasos. Y es que en los días grises nada es mejor que reír bajo la carpa de un circo viajante.
Ahí Trigo (Karlos López) y Lechuga (Jhosep Palomino) recrean sus números y bromas cayendo, de cuando en cuando, en singulares reflexiones. Trigo, en tono poético y algo solemne, argumenta, desde lo alto de su escalera, sobre la vida azarosa, el amor o el futuro. Su irreverente colega prefiere rebatirle con elegantes ironías, desde una caja verde de madera, en la que parece sentirse seguro.



UNA MISTERIOSA MUJER
Los días transcurren hasta que aparece Elena (Andrea Chuiman), quien, luego de una función decide conocerlos y, extrañamente, se les une. El dúo de amigos ve con buenos ojos a la nueva integrante y desde entonces se convierten en un trío de comedia y música.
Con el tiempo, la frágil mujer intentará develar la verdadera relación entre Trigo y Lechuga. Verá en ella cierta perversión y manipulación que pondrá la amistad en jaque, un conflicto guiará las acciones hasta el final, viajando entre líneas poéticas, bromas fugaces y ágiles desplazamientos de los payasos en escena.
Con una actuación dedicada –sin duda, una buena experiencia para estos jóvenes actores– y la dirección de Diego La Hoz, director de Espacio Libre y responsable del montaje, esta pieza se presentó hasta mediados de junio en la pequeña y acogedora sala del Centro Cultural CAFAE-SE de San Isidro.



MEDIO SIGLO DE VIDA
Esta obra vuelve a escena después de 50 años. La única vez que sucedió fue la versión dirigida por Alonso Alegría en 1961 y, el hecho que no existieran registros fílmicos de la obra ayudó, confiesa La Hoz, a hacer una nueva lectura de este texto. Curiosamente, en marzo pasado, Joffré dictó un pequeño curso de crítica teatral en el ICPNA en donde participó La Hoz.
Como reconoció el director, esta pieza teatral es un justo reconocimiento a la obra de esta destacada dramaturga y, quizá, sin proponérselo, hizo un esbozo de una ciudad que partió hace décadas, pero que nos dejó la nostalgia de una época, la amistad de dos cómicos circenses y la extraña relación de un amor.



AUTORA VIGENTE
Sara Joffré (1935) es una de las personalidades más reconocidas de nuestras artes escénicas. Su vida y dedicación al teatro pueden rastrearse desde Homero Teatro de Grillos, grupo desde el cual impulsó el teatro para niños, la realización de muestras escénicas a lo largo del país y en sus columnas de crítica teatral para El Comercio.
En sus historias se vuelcan vivencias de personajes comunes con un trasfondo social, tendencia que se reforzó tras su viaje a Europa donde conoció el teatro de Bertolt Brecht. Su labor como autora se inició en 1961 cuando escribió “Cuento alrededor de un círculo de espuma” y “En el jardín de Mónica”.
Esta última pieza tuvo, al parecer, mejor suerte que “Cuento…” ya que fue repuesta en varias ocasiones y recibió una mayor aceptación de la crítica de la época. Incluso, hace unas semanas fue presentada de la mano de Mirella Quispe en la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), institución que ha cumplido 73 años.


Fotos: Centro Cultural CAFAE-SE