miércoles, 19 de agosto de 2015

La voz de todos

Conversando con Gabriel De la Cruz
Director de “Un monstruo bajo mi cama

Cada tarde antes de función, Gabriel De La Cruz recorre el patio de la Alianza Francesa de Miraflores. “Un monstruo bajo mi cama”, la puesta que dirige en ese recinto, lo ha involucrado tanto como a su elenco: seis muchachos que, sin ser actores, conviven en un proceso sincero, íntimo y liberador. Sin poses vanas, De la Cruz no busca perfeccionismos, tan solo una dosis de honestidad para su propuesta testimonial. Sucedió así cuando este montaje se presentó por primera vez en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) y luego en el Museo de Arte de Lima (MALI).
Gabriel De la Cruz rodeado de su elenco
En esta tercera temporada (entre el 6 y el 24 de agosto) el joven director afirma sentirse expuesto durante toda la obra. “Considero que el arte debe partir de mi propia experiencia y por eso todos (su elenco) están desnudos en el escenario”, asevera. Aunque dificultoso, consigue algo sublime y práctico. “La puesta funciona: crea empatía con el espectador y nos permite visibilizar la problemática de la población LGTIBQ, sin cargas dramáticas ni estereotipos”, dice De la Cruz. Los protagonistas –no personajes– encarnan a la diversidad en su dimensión más cotidiana: son soñadores que crecieron en zonas de Lima Norte, Rímac, Miraflores, La Victoria o Ate.

DIVERSIDAD SENSIBLE
Tras un proceso creativo de tres meses, el equipo se aproximó a una imagen no heterosexual del gay. “El resultado fue revelador si te imaginas cómo se integraron todas esas miradas en una sola. Fue un gran reto generar la confianza en el otro y que se sientan en equipo”, afirma. Pero lo lograron.
Otro desafío fue revelar la compleja diversidad del colectivo LGTIBQ. Es decir, abordar la problemática de personas lesbianas, gay, transexual –la población más vulnerable en el Perú–, intersexuales, bisexual y queer (seres andróginos que no encajan en el binomio masculino/femenino) con sutil simpleza.
“Existe una multiplicidad de sentimientos en nosotros, más allá de los vínculos románticos y eróticos. Somos sujetos políticos y cuestionamos el statu quo”, asevera De la Cruz. Esta voz plural se hace escuchar en un momento importante: ahora el debate sobre la situación de la comunidad es más abierto.

SERES DE LUZ
Y, como se aprecia en la obra, las madres se adhirieron a esta lucha. “En la pieza están en todas sus formas: la maternal, la comprensiva, la homofóbica, la voluble… pero todas, son una luz en el escenario”, confiesa. Esa innegable presencia brilla en el programa de mano con una carta que De la Cruz escribió a su madre.
"Un monstruo bajo mi cama"
Pero, ¿dónde reunir fuerzas para combatir? La respuesta llegó en marzo de 2014 al fundarse No tengo miedo. “Desde aquí proclamamos el respeto por el sujeto LGTIBQ sin estigmas, estereotipos ni clichés humillantes; y luchamos por sus derechos”, refiere y confía en una eventual educación por los medios. Una labor complicada puesto que los referentes de los programas televisivos son apenas remedos y burlas. Sin embargo, el colectivo también recoge información sobre la situación de vulnerabilidad de estas personas y partir de ahí delinear estrategias y políticas públicas. Mientras tanto De la Cruz seguirá explorando algún camino para sensibilizar a la sociedad y desbaratar prejuicios desde el arte. Lo consiguió con “Desde afuera” en 2014 y, de seguro, lo logrará con “Al otro lado del espejo”, que dirigirá con Paloma Carpio Valdeavellano del 20 y el 31 de agosto en el Centro Cultural de España.

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