viernes, 14 de febrero de 2020

Lejos de casa

La “extraña” muerte de Rachel Corrie (1979-2003) en Rafah, Palestina, sacudió la indiferencia de la comunidad internacional del nuevo milenio. ¿Qué pasaría por la cabeza de una joven estadounidense para dejar su apacible hogar en Olympia y enrolarse en una cruzada pacifista en una guerra ajena y desproporcionada al otro lado del mundo?
Gisela Ponce de León
en "Mi nombre es Rachel Corrie"
“Mi nombre es Rachel Corrie” (My name is Rachel Corrie”, en su título original), estrenada a dos años de su muerte, en 2005 intenta dar algunas pistas. Editada por Alan Rickman y Katherine Viner a partir de cartas, grabaciones y correos electrónicos de esta joven activista, la pieza teatral sorteó censuras y presiones por la denuncia social y política que suponía el abuso de las fuerzas armadas israelíes afincadas en PalestinaEl Teatro La Plaza la llevó a escena por primera vez en junio de 2007. La puesta iba solo los miércoles y tenía como protagonista a Gisela Ponce de León y la dirección de Nishme Súmar. Trece años después y tal cual fuera el montaje original, esta obra enérgica, llena de simbolismos y referencias históricas, vuelve ahora en su temporada principal. 
A través de un potente monólogo, la activista –estupendo trabajo de Ponce de León– envuelve a su audiencia en una historia de solidaridad olvidada por intereses políticos y religiosos entre territorios que prefieren ignorar su hermandad histórica. La propuesta ritualista e íntima, características en los dramas de Súmar, sirve a este propósito.
La puesta en escena es dirigida por Nishme Súmar.
Los espectadores se enfrentan a una vela de luz oscilante en la mitad del escenario. Esa llama irradia fragilidad y zozobra, una sensación de tensa calma similar para los inconexos pueblos que componen Palestina y que podría extinguirse cuando los fuegos de guerra se encienden y la comunidad internacional vuelva la vista hacia otro lado.
Ponce de León da cuerpo, voz y, sobre todo, alma a Corrie. Su presencia transita por sus convicciones más sólidas y la desnuda también por sus naturales temores y recuerdos familiares. Su discurso, en cambio, trasciende ideologías, continentes y épocas hasta resonar con angustiante vigencia en un escenario bélico latente como Medio Oriente. Minimalista y sensorial, la puesta de Súmar crea una atmósfera de soledad y desolación sobre una caja negra asediada correctamente por luces –a veces, tenues y mortecinas; y otras brillantes y cegadoras– y sombras que reconstruyen los episodios vividos por Corrie entre su natal Olympia y la Franja de Gaza. La utilería es cuidadosamente empleada.
"Mi nombre es Rachel Corrie" fue estrenada  en Lima
por Teatro La Plaza en 2007 y repuesta este 2020.
El trabajo de Súmar y Ponce de León, “emparentadas” por su ascendencia palestina, las compromete y mucho. La nostalgia que sienten por una patria lejana y sistemáticamente desposeída las acompaña, aunque, a mitad de la puesta, la reducida dinámica del montaje tienda a abrumar cuando los alegatos pacifistas de Corrie o los contrastes que hay entre su hogar en Estados Unidos y los que anhela proteger en Palestina, buscan lo contrario. “Mi nombre es Rachel Corrie” es un testimonio honesto y valiente sobre quienes luchan en silencio por una paz lejos de casa, pero que sienten tan suya. A través de una voz femenina, la oportuna reposición del Teatro La Plaza debería impulsarnos a comprender el mundo que existe más allá de las fronteras de nuestros privilegios y comodidades.
Imágenes: DIFUSIÓN / La Plaza

FICHA ESCÉNICA
“Mi nombre es Rachel Corrie” de Alan Rickman y Katherine Viner
Dirección: Nishme Súmar
Elenco: Gisela Ponce De León
Lugar: Teatro La Plaza (Av. Malecón de la Reserva 610, local 211, CC Larcomar, Miraflores)
Temporada: Del 12 de enero hasta el 02 de marzo
Funciones: De jueves a martes a las 8pm / Domingos a las 7pm
Entradas: S/ 70 (General), S/ 28 (Estudiantes) y S/35 (Jubilados)
Un montaje de Teatro La Plaza

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