Athol Fugard (Middelburg, 1932) es uno de los
autores contemporáneos más comprometidos de Sudáfrica. A través de sus obras ha
luchado por la justicia e igualdad y denunciado el apartheid, el régimen perverso de segregación racial que sumió a su país en uno
de sus capítulos más álgidos.
El reencuentro de Helen y Elsa |
En esos tiempos se sitúa “El camino a la Meca”
(1984). Una historia que, tras sus rarezas, describe la lucha
por los ideales y la libertad de su protagonista inspirada en la
escultora Helen Martins (1897-1976) en plena represión.
En poco tiempo, la
pieza viajó por teatros de los cinco continentes y logró una versión fílmica en
1991. Bajo la dirección de Mikhail Page, esta obra ofrece reflexiones sobre la tolerancia a las creencias y el espíritu creativo
en condiciones adversas. Lo puede apreciar en las cuatro funciones (de jueves a domingo) que quedan hasta este 13 de abril en el Centro Cultural El Olivar de San Isidro.
Un largo
camino
La obra posee un solo acto y dura unas dos
horas. La historia inicia con el reencuentro de Helen Niemands (oscilante e intenso
rol de Milena Alva) con Elsa Barlow (la impetuosa Michela Challe) en una aldea llamada Nieu Bethesda. Eran días de calvinismo y segregación.
Challe, Alva y Santistevan |
Su morada parece un refugio excéntrico: paredes
de colores, decenas de velas, botellas de vidrio y esculturas zoomorfas orientadas
a La Meca (que no se ven pero son aludidas con frecuencia).
Una inusual peregrinación artística que dista con el credo y las costumbres de su pueblo. Así, defiende su
genio creativo ante el ocaso de su vida y la mirada extraña e incomprensible de un vecindario que ahora le resulta ajeno. Tras un primer momento denso por el ritmo y los
detalles perdidos en el tiempo, ambas mujeres enfrentan la primera de varias discusiones.
"El camino a la Meca" |
La diferencia de edades y las posturas divergentes se acentúan y se exhibe el
temperamento de ambas actrices. Este factor guía la obra con cierta eficacia,
pero se desgasta ante la reiteración de premisas.
Recién con la aparición del pastor Marius Byleveld
(un correcto papel de Alfonso Santistevan) el drama cobra un vértigo distinto. Rompe
con la monotonía de la confrontación, marca algunos quiebres –los necesarios– y
suma elementos que describen la imprecisa relación de Helen con el mundo
externo. Hay algunas verdades que tocan.
Sombras
y luces
Un acierto es la escenografía (trabajo de Carlos
Mesta) que linda con lo extravagante y lo barroco. La casa de Helen irradia una
atmósfera de soledad y frustración en medio de brillos y objetos que describen
una personalidad resignada e intensa que dibuja Alva por momentos.
Helen Niemands (Alva) en su mundo |
Y es perfecto para el momento más poético de la puesta.
Aquel en el que los destellos de múltiples velas y cristales domina la escena y deja en la penumbra
los rencores y batallas inconclusas de los personajes.
Entre ellas, un secreto
muy velado entre el pastor y la escultora, que casi pasa inadvertido. El director se apoya, además, en un pequeño
video y la música para recrear el contexto.
Aunque hubiera sido idóneo acentuar más la
asfixiante represión y censura social, ideológica y religiosa que persigue a sus personajes
en una etapa como la descrita por Fugard. Eso sí, esta producción de Bunbury Teatro (en cuyos trabajos puede contarse “La Madonnita”, de Mauricio Kartun, en 2011) rescata y enarbola su mensaje con notable belleza y libre de sesgos y ataduras.
Crédito de fotos: CC El Olivar / RodoStudio
Fotografía
DATO:
“The Road to Mecca” (“El Camino a la Meca”)
se presenta por un acuerdo especial con Samuel French Inc.
Ficha artística
“El camino a la Meca”, de Athol Fugard
Dirección: Mikhail Page
Traducción: Gonzalo Rodríguez Risco
Elenco: Milena Alva, Alfonso Santistevan y
Michella Chale
Producción General: Bunbury Teatro
Lugar: Centro Cultural El Olivar (Ca. República 455, San Isidro)
Las funciones van de jueves a domingo 8pm
La temporada culmina 13 de abrilMas información en el evento de la obra o en Bunbury Teatro
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