miércoles, 28 de febrero de 2024

Epístola del ángel caído

Pocas obras literarias han impactado en la moral religiosa tanto como “El paraíso perdido” (1667) del ensayista inglés John Milton (1608-1674). Este extenso poema épico –publicado originalmente en doce libros– sembró dilemas y controversias en los creyentes cristianos de aquella época y, por qué no, en los de la actualidad.

Fernando Luque interpreta a Lucifer
en la adaptación "Paraíso perdido"
Una relectura a este texto revisa inevitablemente cuestiones filosóficas como el bien y el mal, el pecado como herencia, la esquiva tolerancia de Dios y el origen divino del Diablo. “Paraíso perdido” (2023), el arriesgado y psicodélico montaje de La Vaca Multicolor, se sumerge en estos oscuros misterios descritos en la Santa Biblia. 
La propuesta continúa la tradición de “Un goce shakesperiano” (2023), espectáculo coral que recogía diversos fragmentos teatrales del cisne de Avon. Solo que esta vez sitúa los reflectores sobre un rebelde, orgulloso e incomprendido ángel que merodea el mítico jardín del Edén instalado en una silenciosa calle miraflorina. 
Sobre esa exuberante vegetación –notable diseño de María Hilaje– emerge Lucifer (un inclasificable Fernando Luque). Su presencia en esta utopía de vida perfecta no es causal: él narra su fallida rebelión en el cielo mientras se deslizan reflexiones tan provocadoras en torno al destierro de Adán y Eva del paraíso terrenal.

Trece actores y cinco músicos se lucen
en esta ópera rock sobre Satanás
Su delirante interpretación –escénica, corporal y vocal– encaja perfectamente en aquella estela de inconformidad de personajes como el “Joker” (2019) de Todd Phillips o con singulares guiños a Jim Morrison, líder vocalista de The Doors, o a Mick Jagger, mítico cantante de The Rolling Stones. En especial, porque contagia las canciones y parlamentos con irreverencia genuina. Un detalle vital que comprende su joven elenco –sus talleristas, por lo general– al acompañarlo con un afinadísimo trabajo como lúdicos coreutas. Sobresalen como ‘personajes colectivos’ o con fugaces cortas apariciones individuales bien sostenidos en voz y presencia corporal que, además, están bellamente coreografiados.
La música de Clavel, banda de rock progresivo liderada por Luque, bocetea esta tragedia con una sonoridad oscura, maquiavélica e impetuosa. Camuflados entre la maleza, aparecen cinco músicos con rostros blancos y sombras delineadas, usando atuendos holgados y rústicos entre los escalones de este mágico oasis.

La propuesta de La Vaca Multicolor destaca por
su estética fantasmagórica 
Si bien las voces y los instrumentos resuenan por su adecuada afinación, en las primeras escenas, el volumen alto de los últimos impedía apreciar el canto de los intérpretes. Fuera de estos detalles, el montaje acierta por su estética fantasmagórica elaborada con luces de tonalidades vivas, apagones, y humo de escena. Sin moralinas ni puritanismos, “Paraíso perdido”, la célebre ópera rock de La Vaca Multicolor, exhibe el lado más subversivo –y humano, quizá– del principal opositor de Dios. O, al menos, eso se dice. Esta reinterpretación de un episodio del Génesis no solo confirió a su autor un merecido lugar en la eternidad, sino que desató, al mismo tiempo, un serio desafío para la fe más racional.

FICHA ESCÉNICA
Paraíso perdido
Adaptación y dirección: Fernando Luque
Dirección adjunta: Luciana González
Musicalización: Clavel, integrado por Fernando Luque (voz), Renzo Solimano (bajo), Andrés Herrera (teclado), Roberto Rodríguez (primera guitarra), José Carlos Amézaga (segunda guitarra) y Felipe Ortega (batería). Participación especial de la banda Volcano
Coro: Verónica Infantes, Akemi Toma, Francesco Bacilio, María Fernanda Misajel, José Soto, Ana Paula Gálvez, Hanks Sarmiento, Katia Uriol, Nick Delgado, Valeria Fumagalli, Manuel Valdiviezo, Rommileth Coronado y Fabián Suni
Producción Ejecutiva: Paola Terán
Escenografía: María Hilaje
Dirección de arte: Miranda Orrego
Sonido: Andrés Herrera
Vestuario: Roberto Rodríguez
Diseño coreográfico: José Subauste
Fotografías: Pablo Macalupú y Nadia Ávila
Temporada: Del 09 al 28 de febrero del 2024
Funciones: martes, miércoles, viernes y sábado a las 8pm
Lugar: Teatro Británico (Ca. Bellavista 531, Miraflores)
Entradas: S/ 55 (General), S/ 40 (Adulto mayor), S/ 35 (Estudiantes, Personas con discapacidad y/o en silla de ruedas) en Joinnus y la boletería del teatro
Un montaje de La Vaca Multicolor
Redes sociales: WebFacebook / Instagram

sábado, 17 de febrero de 2024

Exámenes finales

Última semana del 23° Festival Saliendo de la Caja, una magnífica muestra de cómo plasmar en escena los saberes escénicos adquiridos en las aulas de FARES. Aunque los montajes vistos tuvieron pocas funciones a fines del año pasado, los estudiantes podrían tomar esta temporada veraniega como una verdadera prueba final.
Durante el festival se han visto propuestas personales, intimistas, oníricas, realistas y políticas. Algunos innovadores en forma y fondo, otros, no tanto, pero siempre con el ímpetu del riesgo, el nacido de la exploración y el cálculo previo de los ensayos, como las dos obras que cerraron este evento en el Centro Cultural PUCP. 

LA VOZ DE ARÍSTIDES
Una de ellas es “Soñando un jardín de pulpos”, libre adaptación de “Jardín de pulpos” (1992) del maestro Arístides Vargas (Córdoba, 1954), fundador y director del Grupo Malayerba de Ecuador. Esta pieza evoca, con nostalgia y crudeza, los lazos genealógicos que nos atan, de algún modo, al presente y la modernidad.
La propuesta de Karen Vivero toma ciertos elementos del universo de Vargas –los recuerdos domésticos, los vínculos familiares y la fantasía lúdica– para elaborar un discurso actual y activista. En algunos momentos, surgen frases sutiles cargadas de una denuncia cruel muy bien logradas y al fiel estilo del autor argentino.

Silvana Oblitas en "Soñando en un
jardín de pulpos"

El hilo narrativo se compone de tres monólogos interpretados, con eficiencia, por Silvana Oblitas. A través de ellos, aparecen su tía Judith, su madre Marlene y una versión más adulta de ella misma, roles en los que la actriz demuestra su versatilidad actoral, precisión performática, buen manejo corporal y técnica vocal. Destila locura e irreverencia como la tía, aún a sabiendas de que alguien parece observarla; logra irradiar ternura y empatía como la madre gestante que, en plena dulce espera, afronta un amargo evento. En el último segmento, no obstante, este cariz escénico se diluye a medida que el discurso feminista cobra fuerza.
Aunque políticamente válido, este evidente equilibrio escénico-discursivo quiebra la armonía ficcional de los monólogos anteriores. Ello no impide que los espectadores sigan de cerca cada breve historia por las atmósferas creadas con buenas luces y los objetos como una maraña de cuerdas o una cabeza de maniquí, por ejemplo. 

INCANATO CORAL
Concebida como un ‘concierto escénico’, “Manco”, proyecto de Gerson Borja, sorprendió por su innovadora y arriesgada propuesta. Esta pieza escenificada a través de cantos expone las traiciones, intrigas y abusos perpetrados por los invasores españoles ante un pusilánime Manco Inca (el propio Borja). Vista en escena por un público contemporáneo, la resistencia de los gobernantes de Vilcabamba es una lección más de deslealtad en nuestra historia. Tras una detallada recopilación histórica, el libreto crea un argumento sólido y atractivo en torno a esta gesta épica, la última del señorial imperio de los incas.

Elenco de "Manco: concierto escénico"

Las letras y la música recrearon gratamente la atmósfera andina, a pesar de que la ecualización de pistas opacaba reiteradamente las voces del elenco.
Y si bien hubo cuidado en el trabajo vocal, fue evidente que no todos los intérpretes mantenían el mismo nivel durante una exigente función de hora y veinte minutos. 
Además, la presencia de ocho micrófonos de pedestal creaba una barrera entre los personajes que “dialogaban” sin verse a los ojos y, más bien, se movían contagiados por la música de las escenas más emotivas. Al margen de ello, se destaca el trabajo de Luis Carlos Reátegui (Francisco Pizarro) y Diego Neira (Quiso Yupanqui).
Ambos se mostraron afianzados en papeles opuestos sin perder la entonación vocal ni la fuerza en escena. Quien brilla curiosamente no es el protagonista, sino su esposa Cura Ocllo, (Liz Navarro), quien se enfrenta a los “barbudos” con una voz potente y franca y una expresividad genuina como última esperanza.

FICHA DEL FESTIVAL
Soñando en un jardín de pulpos
Dirección y dramaturgia: Karen Vivero
Elenco: Silvana Oblitas
Producción: Vianca Campos
Asistente de producción: Camila Cartolin
Funciones: jueves 01 y viernes 02 de febrero a las 8pm

Manco” (concierto escénico)
Dirección y dramaturgia: Gerson Borja Huallpa
Asistente de dirección: Alicia Aguirre
Elenco: Gerson Borja Huallpa, Abigail Vizcardo García, Ximena Villacorta, Oswaldo Mariño, Avril Gil, Liz Navarro, Diego Neira y Luca Reategui
Producción: Maria Paula Diaz Catter y Camila Cartolin
Asistente técnico: Armando Pérez Piscoya
Funciones: sábado 03 de febrero a las 8pm
Domingo 04 de febrero a las 6pm

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Apasionamientos en escena

Dos nuevos proyectos de los alumnos de FARES subieron a escena en la segunda semana del 23° Festival Saliendo de la Caja. Esta vez, los montajes apostaron por formas escénicas y códigos dramatúrgicos más convencionales e identificables para su audiencia.
Al igual que los unipersonales de la semana anterior, los trabajos dieron cabida a la impronta original y apasionada –a veces, mucha– de sus jóvenes autores. Las evocaciones surrealistas y comprometidas vistas en el escenario del CCPUCP son una clara muestra.

UN TAROT ESCÉNICO
Empezamos con “Ahora vivimos al mismo tiempo”, una onírica exploración de Kelly Esquerre. Y es curiosamente una de las pocas piezas en que la directora de proyecto se asume como tal y aparece únicamente al inicio con una destacada intervención vocal desde una de las escaleras del auditorio y acompañada de una luz.
Esta pieza –que coquetea con la fantasía épica y la intriga psicológica– se somete al juego de la apariencia y al desconcierto desde su título, un tanto vago. Con delirante riesgo, la autora intenta abordar los devaneos de una mente (o dos) en búsqueda de alguna certeza, quizá, un amor, una reconciliación o una tregua.

Leonardo Sifuentes y Mario La Riva

Aunque su historia no es clara desde el principio, deja entenderse más a medida interactúan sus tres personajes. A la fugaz aparición de Ella (Esquerre) prosigue Él, desdoblado como Loco (Mario La Riva) y Emperador (Leonardo Sifuentes), en roles marcadamente opuestos, misteriosos y con cierta dosis de locura. Estas alusiones místicas (con elementos de tarot, fases de la luna y otras más) y la caracterización de la escenografía coadyuvan a crear una atmósfera psicológica con una estela medieval, en especial, por su magnífico duelo de espadas.
La producción se luce por el cuidado de su utilería, maquillaje y vestuario. 
El resultado, quizá, sea una propuesta barroca en códigos sensoriales, sentimentales y semánticos cobijados al amparo de una estética original y misteriosa. Quizá, solo sea un intento de conectar con el universo o con los arcanos que juegan sobre la mesa aquello que uno disfruta, con desconcierto, desde la butaca. 

JOVENES VALIENTES
Frente a él, “Y si mejor me dedico a otra cosa” aparece como el montaje más logrado del festival. El proyecto de Eduardo Ríos Cañamero defiende con brutal honestidad las convicciones que afloran en la juventud. La más importante de ellas: elegir la carrera, oficio o actividad similar a la que dedicarse en la vida.
Este llamado cómplice –que fusiona el teatro testimonial, la política nacional y el lenguaje audiovisual– resuena con fuerza en las voces y corazones de un elenco joven y socialmente comprometido. Sin máscaras ni maquillajes, las cuatro actrices y dos actores empeñan más verdades que ficciones sobre el escenario.

Eduardo Ríos Cañamero y su elenco

Aunque cada historia es distinta, todas confluyen en las negativas familiares para estudiar artes escénicas, aunque no este no sea es un fenómeno exclusivo del arte.
Los clichés, estereotipos, temores y estigmas sociales encuentran contrapeso cuando comparten las circunstancias –emotivas o complicadas– en que conocieron el teatro. 
A través de recuerdos escenificados, fotografías y demás archivos personales, cada uno va armando su propia línea de tiempo que se engrana a la historia de nuestro país. Los episodios de discriminación, falta de acceso o imposición solo revelan el infructuoso camino del aspirante a artista y que el público no ve tras el telón.
Este repaso de imágenes y acciones imprime dinamismo y vitalidad a sus testimonios, que, siendo milenial o centenial, protestan y desmitifican aspectos del arte de los que casi nadie habla. Es notable observar cómo mientras el temor y desaliento avanzan, la firmeza del elenco no se quiebra y eso merece un aplauso sincero.

FICHA DEL FESTIVAL
“Ahora vivimos al mismo tiempo”
Dirección: Kelly Esquerre
Asistencia de dirección: Monik Grados
Elenco: Mario La Riva, Leonardo Sifuentes y Kelly Esquerre
Dirección de Esgrima: David Urquieta
Producción: Estefano Portillo
Funciones: jueves 25 y 26 de enero a las 8pm

¿Y si mejor me dedico a otra cosa?
Dirección y dramaturgia: Eduardo Ríos Cañamero
Asistente de dirección: Jiro de la Vega
Elenco: Víctor Lucana, Ana Lucía Neyra, Alondra Ticse, Ethel Abanto Cabrera, Nataly Reátegui Rodríguez y Eduardo Ríos Cañamero
Producción: Eduardo Ríos Cañamero
Asistente de producción, marketing y audiencias: Alexandra Valdivieso
Técnica visual y registro: Cristina Lara Sarapura
Asistente Luminotécnico: Armando Pérez Piscoya
Composición y ejecución musical: Eduardo Arana Floiras
Funciones: sábado 27 de enero a las 8pm y domingo 28 de enero a las 7pm 

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