domingo, 3 de junio de 2012

Sacrificios y venganzas

Tras una fructífera temporada, esta noche se despide “Ifigenia y otras hijas” de los escenarios del Centro Cultural El Olivar. Un impecable montaje con alegorías griegas que ha logrado aterrizar en estos tiempos con un mensaje vigente y necesario sobre el libre albedrío –si es que, acaso, existe– en las sociedades modernas, devastadas y reprimidas.
Escrita por Ellen Mclaughlin (Massachusetts, 1957), esta puesta nos sitúa en una zona de conflicto, con hogares destruidos por la guerra y complejos dilemas entre sus personajes que, salvo Orestes, son femeninos. Con tal propuesta, los alumnos de octavo ciclo de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica (TUC) se gradúan de sus estudios y empiezan a brillar en las tablas peruanas.


Los retos de “Ifigenia”
El teatro heleno clásico ha inspirado a Mclaughlin en más de una ocasión. Por ejemplo, para escribir “Ifigenia y otras hijas” la autora recurrió a tres tragedias de Eurípides (“Ifigenia en Áulide”, “Electra” e “Ifigenia en Táuride”), aunque ha realizado adaptaciones propias de “Las troyanas” y “Los persas”.
Quizá, por ello, montarla significó una serie de desafíos para la directora Katiuska Valencia y su entusiasta elenco. Son notables los aciertos al adaptar un texto en inglés, traducido por Alberto Ísola, sin sufrir pérdidas escénicas aún cuando se suele representar “Ifigenia…” en una hora y cincuenta minutos, en lugar de la hora y media exhibida en Centro Cultural El Olivar.
Y es destacado el esfuerzo de los jóvenes actores del TUC para lidiar con una obra escrita el siglo pasado con reminiscencias de tragedias clásicas del 400 a.C. Sus brevísimos y entendibles nervios no fueron obstáculo para construir climas de tensión, escenas de rivalidad –de todo calibre entre Clitemnestra y sus hijas Electra y Crisótemis–, así como diálogos de rencor y separación.



Tragedia presente
Bajo estas condiciones y en una escenografía minimalista y discreta, vemos que Ifigenia ha sido sacrificada por su padre, el rey Agamenón, como ofrenda a los dioses para la guerra de Troya. A raíz de ello, los desvaríos de su madre, la reina Clitemnestra (envanecida y, en apariencia, sin sentimientos de culpa) desencadenan el odio y marcan una fría distancia entre ella y sus hijos.
Hasta un final que reúne a Electra y Orestes, quien retorna de una guerra en la que luchó por obedecer a ¿su patria?, ¿los dioses?, ¿sus convicciones? Es difícil precisarlo ya que, irónicamente, no parece llegar la esperada redención y estos personajes culminan como seres marginales condenados por la sociedad dictatorial, el destino y, por qué no, por sus conciencias.
Varios siglos después, esos sacrificios se han convertido en contemporáneos y cotidianos. Los sufrimos día a día en una sociedad que, sin dioses ni oráculos, ejerce ahora un poder tácito y absoluto sobre nosotros. Y es que la tragedia griega no ha envejecido, sólo se ha redefinido y renovado como el joven elenco que nos presenta esta puesta.



Crédito de fotos: Paola Vera / TUC

Ficha técnica
“Ifigenia y otras hijas”, de Ellen Mclaughlin
Dirige: Katiuska Valencia
Actúan: Claudia Tasso, Elena Cabrera, Natalí Zegarra, Andrea Pajuelo, Gabriela Navarro, María José Quiñones, Fito Bustamante, Kenji Huerta.
Esta noche acaba la temporada en el Auditorio Centro Cultural El Olivar (Ca. La República 455, San Isidro) a las 8pm.
Producción general: Teatro de la Universidad Católica (TUC)

No hay comentarios:

Publicar un comentario