Hay quienes se pierden en vanas nostalgias o fugaces quimeras antes que enfrentar la tediosa realidad en la que viven. Lo que pareciera un escape mental fugaz y ocasional podría convertirse en una verdadera pesadilla como sucede en “Hay que llenar la noche” (1993).
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"Hay que llenar la noche" marca la aparición de Sadith Arévalo en Espacio Libre |
Este desafiante texto de César
Bravo (Lima, 1960) marca el retorno de Espacio Libre a las tablas en su esencia
perfecta: la de grupo. A sus referentes como Karlos López Rentería o Eliana Fry
García-Pacheco se suman el ahora mediático David Almandoz y Sadith Arévalo, de
grata aparición, quienes se suman al rescate del teatro de autor peruano.
Bajo la mirada lúcida del
experimentado Diego La Hoz, el montaje conjuga adecuadamente su libreto de
medias verdades, un elenco comprometido y una escenografía sobria. Nada falta
ni sobra, salvo el oficio del grupo, sobre el escenario del Club de Teatro de Lima.
“Hay que llenar la noche”
plantea un extraño triángulo amoroso que enreda el pasado y el presente de
cuatro adultos de mediana edad. Un encuentro fortuito entre Coco (López
Rentería), un empleado de banco, y Raquel (Arévalo), la ilusión de su
adolescencia, reaviva una pálida chance de un amor secreto, perdido en su
momento.
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Elizabeth (Fry), Juan (Almandoz) y Coco (López Rentería) |
Aunque fugaz e intrascendente,
esta coincidencia afectará su relación –de por sí, ya inestable e insostenible–
con su novia Elizabeth (Fry) cuando ella se entere de la presencia de esta
enigmática mujer. El mejor amigo de ambos, Juan (Almandoz), intentará mediar o
remediar la situación, aunque sin mucho éxito. Las historias se van tejiendo
de forma simultánea, cada una con su atmósfera sonora (mérito de Prado) y
lumínica, que, en escenas después, se articulan con sincronía y precisión. Con
pocos elementos y mucha imaginación, La Hoz demarca la dualidad espacial de
tediosa rutina o esperanzadora ilusión en la que su elenco juega cómodamente.
López Rentería se desenvuelve
de forma versátil, entre lo cursi y cínico, tan carismático como manipulador en
la fantasía y la realidad. Junto a Almandoz, en su contraparte más
incorregible, entablan un amigable dúo que fluye con honestidad y humor en la
charla de cantina, el momento más logrado –y extenso– del montaje.
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Este montaje marca el retorno a las tablas de Espacio Libre como grupo |
Por su parte, Fry saca
adelante un rol con solvente energía y sensualidad, mientras que Arévalo se
desenvuelve con ingenuidad y aplomo en un papel que va de lo vulnerable a lo
valiente.
Todos deben sobrevivir entre diálogos de encrucijada con el “no” como
respuesta esquiva que salpican con indiscreciones y mentiras a conveniencia.
Tan idílico como imposible,
las relaciones se sostienen sobre secretos y apariencias que el público apenas
distingue desde la penumbra. “Hay que llenar la noche”, notable retorno del
grupo Espacio Libre, desnuda los riesgos de encontrar en las verdades a medias
o las mentiras más creíbles alguna certeza que no proviene del corazón.
FICHA ESCÉNICA
“Hay que llenar la noche” de César
Bravo
Dirección: Diego La Hoz
Elenco: David Almandoz, Eliana
Fry García-Pacheco, Karlos López Rentería y Sadith Arévalo
Producción ejecutiva: Evelyn
Irivarren
Temporada: Del 13 al 28 de
setiembre de 2025
Funciones: sábados y domingos
a las 7pm
Lugar: Club de Teatro de Lima (Av.
28 de julio 183, Miraflores)
Entrada: S/ 40 (General) y S/
30 (Estudiantes y jubilados) en Joinnus
Un montaje de Espacio Libre Teatro
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