jueves, 4 de junio de 2015

¡Santísima locura!

A fines de 2014, Liber Teatro estrenó “¡Hay que matar a la monja!”, una deliciosa pieza con sabor local venida desde la Madre Patria. Basada en “Melocotón en almíbar”, del español Miguel Mihura (1905–1977), y ambientada en Miraflores –con otras referencias locales–, la obra luce una “exuberancia cómica” peculiar.
Katherina Sánchez y Ricardo Morante
Siendo una comedia de enredos con ribetes absurdos, este montaje –similar en premisa a “Los Mataviejas” (2014) de Los Productores– divierte, intriga e inquieta. 
Esto gracias a una producción esmerada, un elenco enchufado y una pragmática dirección de Jonathan Oliveros.
Con esos recursos el montaje logra un efecto esperado: reír a mandíbula suelta sin reparar en frivolidades. Para acentuar esos efectos, ¡Hay que matar a la monja!” se vale de recursos técnicos (sombras, luces y sonidos) con que recrea atmósferas, aunque el exceso de su uso, por ratos, satura el ritmo del montaje.

UNA BANDA TORPE
Con estos elementos algo efectistas, sumados a ligeros vicios de adaptación, la puesta responde con el manejo escénico de los actores, que mejora a medida se desenreda la trama. Tras una tibia presentación de los malhechores, la historia cobrará color con la presencia de Doña Pilar (pícara y divertida Cecilia Tosso).
El Duque y Sor María
Sus intromisiones augurarán divertidas escenas propias de una comedia y hará olvidar el inicio monótono. 
La llegada de Sor María de los Ángeles (una irreverente y desenfada Katherina Sánchez) terminará por complicar los planes delictivos gracias a sus dones sospechosamente detectivescos.
Para mala suerte de la banda, El Nene (Ricardo Morante, con algunos disfuerzos corregibles) caerá enfermo y será cuidado por la religiosa a pesar de su curiosa fobia: le aterran las monjas. Estos dos valores escénicos, al interactuar con los demás personajes, elevarán la calidad de la pieza y sumarán.

CULPAS Y CASTIGOS
Lo que continúa es hilarante. El sinfín de remordimientos y confusiones los guiará entre el escepticismo y la duda ante las incómodas deducciones de la monja: desde la bella Nuria (divertida Sofía E. Muñoz), Carlos (un entretenido George Silva) el líder de la banda (buen papel de Daniel Zarauz), o El Duque (lúdica aparición de Jonathan Oliveros), cómplice de estos malandrines.
"Hay que matar a la monja"
Esta situación pondrá en divertida vilo al público en medio de giros inesperados y otros no tanto. La puesta logra defenderse a lo largo de sus dos actos, aun cuando el empleo excesivo de penumbras y de Tubular Bells, la conocida pista de “El Exorcista”, relativiza un poco la atmósfera de tensión.
“Hay que matar a la monja” se consolida en escena, pero deja una deuda en la adaptación: algunas referencias locales aparecen forzadas. Tras dos temporadas, la puesta viaja al norte para presentarse en el ICPNA de Chiclayo el 5 y 6 de junio. Ver en aprietos a esta inefable banda  es, sin duda, una buena recompensa.

Ficha escénica
“¡Hay que matar a la monja!” (adaptación)
Dramaturgia original: “Melocotón en almíbar”, de Miguel Mihura
Dirección: Jonathan Oliveros
Asistencia de dirección: José Rojas
Elenco: Cecilia Tosso, Ricardo Morante, Daniel Zarauz, Katherina Sánchez, George Silva, Sofía E. Muñoz, Jonathan Oliveros
Una producción de Liber Teatro

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