domingo, 5 de febrero de 2012

Presagios y aciertos

Un pueblo pusilánime e indiferente al frente de un juicio popular. Y un sentido de justicia que se oculta en cientos de caras asomadas desde las graderías de una plaza de toros que, sin argumentos ni beneficios de la duda, deciden la vida (o la muerte), mientras todos miran hacia el otro lado de la calle.
El director colombiano Jorge Alí Triana presentó en una corta temporada de verano de “Crónica de una muerte anunciada”. Esta novela del universo mágico y caribeño de su compatriota Gabriel García Márquez fue escrita en 1981, un año antes de recibir el Premio Nobel de Literatura. Y estuvo en reposición hasta hace pocos días en el Teatro Británico.


Viajes y reveses
Sobre el mismo lugar en el que Alí Triana había presentado “La fiesta del chivo”, de Mario Vargas Llosa, en el 2008, montó una plaza de toros. Un escenario sombrío que recrea una atmósfera de tragedia inevitable –muy griega, por cierto– para Santiago Nasar (bien interpretado por Emanuel Soriano).
Su desgracia comenzó la noche de bodas entre el próspero Bayardo San Román (Sebastián Monteghirfo) y Ángela Vicario (Nidia Bermejo, de muy buena actuación). Tras descubrir que su esposa no es virgen, el joven acaudalado decide devolverla a casa de sus padres.
Al conocerse la afrenta por todo el pueblo, los gemelos Pedro y Pablo Vicario, (Franklin Dávalos y Óscar López Arias) lanzan amenazas de muerte sobre Nasar y restituir el honor de su hermana. Desde ahí, se cuenta una historia con saltos al pasado –tan usuales en García Márquez–, escenas costumbristas y marcados prejuicios de un pueblo que espera la visita del obispo.




Las dos tradiciones
Aunque la obra posee una fuerte identidad latinoamericana, se vale de la tradición clásica helena. Está el concepto de destino inevitable y la presencia de un coro, típico en las tragedias griegas (el pueblo entero), responsables de cantar los sucesos alrededor del joven Nasar.
Quizá por ello, el director colombiano ha definido este montaje como “una tragedia grecocaribeña”. Sin embargo, la puesta no desperdicia elementos del Realismo Mágico y suma a ella una idiosincrasia latinoamericana en la que persisten las creencias conservadoras, las tradiciones familiares –los matrimonios– y el machismo.


Drama de una madre
Salvo los personajes descritos párrafos arriba, el resto del elenco (alrededor de quince actores) comparte dos o más papeles circunstanciales en esta puesta. Lo que, sin duda, exigió una buena orquestación de actores y un trabajo pormenorizado de ciertos personajes.
Entre ellos, destaca el rol de las madres Plácido Linero y Pura Vicario (ambos roles muy bien encarnados por Claudia Dammert). La primera es la preocupada progenitora de Nasar, mientras que la segunda es madre de la desdichada Ángela Vicario y azuza al asesinato del joven hijo de turcos.
Y es que la puesta, a lo mejor, no busca centrase en los últimos momentos de Nasar. Su riqueza trasciende ese aspecto, para ofrecernos una colección de los defectos y virtudes de un pueblo que necesita un culpables (el chivo expiatorio de las tragedias griegas). Y nos exhibe como una sociedad violenta, en la que las acusaciones, amenazas e indiferencia son las respuestas simples a sus problemas.


Ficha técnica
“Crónica de una muerte anunciada”, de Gabriel García Márquez
Dirige: Jorge Alí Triana
Actúan: Franklin Dávalos, Óscar López Arias, Nidia Bermejo, Emanuel Soriano, Claudia Dammert, Gabriela Velásquez, Sebastián Monteghirfo, Carlos Mesta, Stephanie Orué, Ebelin Ortiz, Víctor Prada, Carlos Victoria, Leslie Guillén, Tommy Párraga, Gonzalo Molina.


Créditos de fotos: Centro Cultural Británico

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