sábado, 3 de junio de 2017

Cuatro bombines

Dos vagabundos aguardan a un misterioso hombre que, al parecer, no vendrá. A fines de los años 40 el irlandés Samuel Beckett (1906–1989) no imaginó que esta premisa escrita con magistral desconcierto en “Esperando a Godot (En attendant Godot, 1955) dividiría a críticos y espectadores desde su estreno oficial en 1953.
"Gogo" (Ximena Arroyo) y "Didi" (Manuel Calderón)
Con solo dos actos, esta pieza –uno de los pilares del “Teatro del absurdo– se convertiría en un ensayo sobre la existencia fugaz, la soledad y la desesperanza como ejes de la angustia humana
La obra nació tras dos grandes guerras, cuando el mundo vivía bajo una estela de profundos cambios y cuestionamientos al orden y nacían las vanguardias literarias. 
Omar del Águila asume un gran desafío: dirigir una pieza icónica –de escuetas acotaciones– con más de seis décadas en el imaginario teatral. El resultado es una tragicomedia oportuna y lúcida por su vigencia histórica y esencia desoladora que celebra con justicia los 79 años de la Asociación de Artistas Aficionados.

ESPERA COTIDIANA
Ya el primer acto da pinceladas más oscuras que absurdas: el espectador intenta establecer algún nexo lógico. Una labor infructuosa ante los desconcertantes diálogos y curiosos juegos que ensayan Estragón / Gogo (bien logrado con los buenos matices de Ximena Arroyo) y Vladímir / Didi(un afinadísimo rol de Manuel Calderón).
Lukcy (Oviedo) y su amo Pozzo (Velarde)
Calderón construye su “Didi” –excéntrico y lúdico– con contagiosa ilusión y energía a lo largo de dos horas de función, mientras que, bajo los arrebatos y delirios de “Gogo”, Arroyo irradia una humana fragilidad
A pesar de la maniática reiteración textual ambos lucen dinámicos y solidarios en escena. Beckett reserva lo mejor para la segunda mitad. Las frágiles certezas del primer acto sucumben ante dudas existencialistas y tanáticas y frases de un humor poco soterrado sin que asome Godot. De hecho, esta ausencia es más una razón para reflexionar sobre el tiempo o la esperanza con honesta intensidad.

CAMINO DESOLADO
Por eso la expectativa es dosificada con la intrusión de fugaces personajes y un humor más oscuro. El amo Pozzo (un implacable rol de Percy Velarde) y su lacayo Lucky (Juan José Oviedo, elocuente a su modo) quiebran la rutinaria espera con reflexiones sobre el abuso de poder y la miseria.
Escena de "Esperando a Godot" 
El efecto del cambio de lógica es más evidente en la segunda parte hasta que el anuncio del muchacho (Omar Rosales) reinicia el ciclo. 
El diseño de la escenografía resulta sobrecogedora y de un cariz nihilista: es un camino abandonado con un árbol solitario que no banaliza la tensión de los personajes grises. La naturaleza plástica (luces y colores) y sonora (marcaciones de tiempo) habitual en los montajes de Del Águila aporta sensorialidad sin tanto artificio
La simple anécdota de Esperando a Godotbasta para desafiar atemporalmente a alguna sociedad en busca de que algo suceda, aun cuando no se sepa bien qué ni para qué sea.

FICHA ESCÉNICA
Elenco: Manuel Calderón, Ximena Arroyo, Percy Velarde, Juan José Oviedo y Omar Rosales
Dirección: Omar del Águila
Temporada: Del 19 de mayo al 11 de junio
Las funciones van los viernes y sábados a las 8pm / Domingos a las 7pm
Lugar: Asociación de Artistas Aficionados (Jr. Ica 323, Lima)
Más informes en el evento de la obra

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