viernes, 22 de julio de 2011

Una quinta historia…

Un prólogo y cuatro pequeños relatos componen las “Historias para ser contadas” del Osvaldo Dragún. A ellas podría sumarse una quinta parte, un epílogo que recuerde los dos meses de ensayos que compartieron y, en especial,  aprendieron un poco más acerca del oficio –y sacrificio– de hacer teatro.
El montaje reunió por primera vez a un elenco proveniente de diversas escuelas y talleres. Sergio García-Blásquez es egresado del Teatro de la Universidad Católica (TUC) y ha actuado en unas siete obras. Entre el 2008 y 2009 participó en puestas como “Tú o yo, el juicio final” y “El gran teatro del mundo”, escritas por Carmen Santur.


“Me encanta dirigir”
Aquellos días en el Teatro Mocha Graña conoció a Jorge Medina Moretti. Desde entonces, decidieron trabajar juntos y el año pasado montaron “La de cuatro mil”, un juguete cómico escrito por Leonidas Yerovi, en el que actuó Pold Gastello, Masha Chavarri, Luis Miguel Moreno y Alexa Centurión.
“Fue la primera obra que hicimos y un gran reto porque la presentamos como fue escrita originalmente, en verso”, recuerda. El teatro es un juego que disfruta y por eso tiene un lema: “Cuando tú te diviertes, el público también se divierte”. Por si fuera poco, sus aspiraciones no acaban ahí. “Me encanta dirigir”.

“Es una obra dinámica”
Quería estudiar en el TUC y también cine, pero un golpe de suerte lo llevó a los talleres de Bruno Odar y Alberto Ísola. Al terminar sus estudios, Dante del Águila se sentía satisfecho y ya había sumado obras (“A pies descalzos vamos”, “La abogada de los necios” o “Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho”) a su currículo. Aunque ya conocía a Jorge Medina, la oportunidad de trabajar juntos había sido esquiva. 
“Historias…” los reunió. “Era la primera vez que trabajo en una obra minimalista”, reconoció. Y tenía razón. En una obra donde sólo hay cajas y maletas, la orquestación de personajes y piezas de vestuario (gorros, sacos y un largo etc.) fue un desafío dinámico. “Al inicio fue complicado. Jorge (Medina) tenía todo imaginado pero nos dejó descubrir y proponer elementos a la puesta”.


Estudiar, trabajar y actuar
Empeñoso tesista (próximo a titularse como actor en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático - ENSAD), instructor científico Mad Science para niños y actor cuyos personajes son, por lo general ‘cargados’. Ésta es la singular fórmula del actor Julio Navarro que nos aproxima a su definición de cómo sentirse completo. Al parecer, no existe actividad cotidiana suya fuera del universo teatral.
“Hice obras para niños y sigo hasta ahora. En el teatro adulto mis papeles son muy fuertes, muy cargados, no sé por qué”, se ríe. La suerte cambió en “Historias…” y sus personajes son “los más tranquilos que me han tocado”. Para él, el montaje fue “muy interesante porque venimos de escuelas de formación actoral distintas y nos hemos fusionados día a día”.

“Es mi primer montaje”
Confiesa sentirse nerviosa poco antes de cada función, pero sus colegas parecen no preocuparse. Olenka Castro, la actriz debutante de “Historias…”, sabe que apenas cruce el umbral hacia el escenario los nervios y temores se irán. Por la próxima hora y media será “una hermana, después una madre y, en seguida, una esposa”, pero siempre la belleza que dinamiza esta puesta, la primera de su carrera.
Antes sólo había hecho muestras de los talleres de Sandro Calderón, Bruno Odar y Alberto Ísola. “Es increíble, aún no puedo creer que tenga la oportunidad de trabajar con actores profesionales”. Su aprendizaje incluyó “el código de la comedia” y su recompensa es, por el momento, “la adrenalina de cada función”.
Todos ellos se sienten cómodos en grupo y, al parecer, podrían trabajar en una nueva propuesta que saldría a fines de año en el CAFAE-SE. Un epílogo feliz que aguardaré con grata espera.

Fotos: Cuando la luna caiga / Diana Gómez M.

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