viernes, 26 de junio de 2015

Conjunción teatral

Los antiguos griegos confiaban la vida a extraños oráculos y sus designios, sin imaginar que esa mágica influencia persistiría hasta la actualidad. En “Los mellizos muertos de Risa, nueva puesta de Panparamayo Teatro, ese Destino consume la vida de una familia unida por la fatalidad de las mentiras.
León (Avilés) y Luna (Vizcarra)
Concebida y dirigida por Mario Ballón en un proceso bohemio y febril, los espectadores asisten a una noche agitada entre certezas y dudas. “Amanecí en un bar (…) Alrededor de mí habían personas cantando sus propias locuras y sus propias historias”, refiere en el programa de mano.
Y así ocurre con este montaje que, luego de “Vida de miel”, anterior trabajo  de Panparamayo colmado de incómodas ensoñaciones, sirve para reafirmar el amor que este colectivo –y Ballón, en especial– sienten por el riesgo y la fantasía en espacios no tradicionales como el Bar Lion’s Head de Barranco.

VIDA FAMILIAR
La historia –tan desconcertante como su origen– posee un lenguaje alegórico, sensual y erótico. Las divertidas referencias astrológicas y herbarias conjugan en varios pasajes con nociones tan griegas como el incesto, los complejos (Edipo y Electra) y la inexorabilidad del Destino.
En el bar de Sol (Leslie Guillén)
Dos hermanos, Neptuno (un grato papel de Gabriel Zambrano) y Luna (atrevida y provocadora Tatiana Vizcarra) se reúnen luego de muchos años de no verse. Al parecer, un crimen los vincula a su madre llamada Risa (desquiciado y oportuno rol de Nina Mutal). El juego de apariencias es efectivo.
En medio, brilla Sol (una divertida Leslie Guillén con dejo carioca) aunque sin muchas luces sobre lo que en realidad sucede en torno suyo. Todos ellos –salvo León (José Avilés) y “El Loco” (Feffo Neyra), personajes satélites que abisagran secuencias– destilan sus tormentos en medio del púbico con una atmosfera familiar a la recreada en “El Sistema Solar”, de Mariana de Althaus.

SOLARES Y LUNARES
El montaje transita entre una pieza onírica y musical a ritmo de thriller, que la sostiene por dos horas. Quizá por esto, se percibe cierta fatiga a pesar de las escenas sugerentes, los pasajes de performance y los diálogos crudos e intensos dirigidos por Ballón de manera inteligente cada rincón del Lion’s Head Bar.
Neptuno (Zambrano) y Luna
Sorprender la mirada de la audiencia en esa sombría taberna, acompañado de luces y ráfagas suma tensión a la conflictiva vida familiarY habla bien de las exigencias seguidas para no apagar el interés del espectador. Sin embargo, la duración de la obra y densidad de ciertas escenas podría lograr que la intriga decaiga.
Lejos de la trama, el autor resuelve con acierto las letras de las canciones que complementa bien el aporte musical de Zambrano (guitarra y teclados), Mutal (voz) y Neyra (bajo, teclados y cajón). 
El gran momento es coronado por el elenco entero con “Desdoblándome”. En su particular caos, “Los mellizos muertos de Risa, montaje que coquetea con varios géneros, se da el lujo de revelar el trágico destino que persigue vivir entre dimensiones terrenales y divinas... aun en pleno siglo XXI.

Ficha escénica
Los mellizos muertos de Risa”, de Mario Ballón
Dirección: Mario Ballón
Elenco: Nina Mutal, José Avilés, Leslie Guillén, Feffo Neyra, Tatiana Vizcarra y Gabriel Zambrano
Diseño de iluminación: Ricardo Delgado Ayala
Diseño de vestuario: Urpi Castro y Jazmín Perea
Lugar: Bar Lion’s Head (Av. Grau 268 - Barranco)
Temporada: Del 12 de junio al 10 de julio
Funciones: Viernes 12, 19 y 26, sábados 13, 20 y 27 de junio
Jueves 2 y 9 de julio, viernes 3 y 10 de julio a las 8pm
Entradas: S/. 30 (General) y S/. 20 (Estudiantes y jubilados)
Producción: Panparamayo Teatro
Más información en el evento de la obra

jueves, 11 de junio de 2015

Vanas existencias

En los universos literarios de Franz Kafka (1883-1924) es fácil encontrarse con personajes devorados por algún sistema, en especial, la vorágine industrial de finales del siglo XIX. Oficinistas pusilánimes y proletarios silenciosos cuyas vicisitudes y angustias inspirarían sus novelas y relatos cortos.
Gabriel González
De esos lánguidos rincones surgió “La Metamorfosis, escrita en 1915, pero publicada póstumamente por su amigo y editor  Max Brod
En ella se vuelcan las frustraciones y la filosofía anti burocrática que se cuestionaría la clase emergente sometida a horarios, rutinas y plusvalías.  Esta versión teatral –vista en dos cortas temporadas, una de ellas en el XIV Festival Saliendo de la Caja 2015– corresponde a la reconocida adaptación de 1986 del autor versátil Steven Berkoff (Londres, 1937). Un texto que, en manos del director Rodrigo Chávez y Daniel Amaru Silva, se convierte en un montaje logrado y sublime, a pesar de sus sombríos designios.

CÁRCEL DE VIDA
Los días sencillos para el joven Gregor Samsa (un entregado y notable Gabriel González) han acabado. Luego de una noche de intranquilo sueño, el joven comerciante despierta convertido en insecto. Esta circunstancia inesperada cambiará su gris existencia y la de su familia, un núcleo interesado y egoísta.
"Metamorfosis"
El Señor Samsa (Roberto Ruiz de buen desempeño), por ejemplo, es un padre que lega tormentos en lugar de enseñanzas, mientras que la Señora Samsa (un acertado trabajo de Mónica Rossi) es un ser neutral con escasas apariciones entrañables. Son seres tan impersonales como sus personajes.
Su hermana, la pequeña Greta (Vanessa Geldres) transita desde aires de ternura hacia los sombríos senderos de desdén por su hermano. En el camino traiciona sus sueños, admite perderlos. 
Juan José Espinoza aporta con dos buenos roles que resuelve con presteza e ingenio: el inefable jefe de Gregor y el inquilino que podría ser la salvación económica de la familia. González, en cambio, sostiene la obra física y actoralmente. La mutación lo absorbe; transforma y reduce su apariencia a un bicho, pero no su esencia humana: inconforme, sensible y luchador. Y sorprende por su entrega constante y casi sin respiro en la estructura metálica que trepa sin encontrar la salida.


ESENCIA MÍNIMA
Como puesta, Metamorfosis” es minimalista –crea sus atmósferas con pocos elementos– y oscura debido a su estética expresionista. Si bien estos aspectos parecen ser usuales en puestas similares como puede verse en videos (en inglés o alemán), la puesta desarrolla una personalidad definida.
Ruiz, Rossi y Espinoza
Estrenada en junio de 2014 en la Casa Yuyachkani como proyecto final de Artes Escénicas de Chávez, este montaje ha madurado con el paso de sus breves temporadas. Por eso en Saliendo de la Caja 2015 en el Centro Cultural de la PUCP fueron distinguidos con el “Premio del Público”.
En Sótano 2: Teatro Emergente, Metamorfosis” regresa nuevamente sin perder la fuerza escénica y existencialista de su mensaje. Una muerte –y miles más a diario– que parece no librar a la Humanidad de su triste condición.

FICHA ESCÉNICA
Metamorfosis”, adaptación de la novela de Franz Kafka
Dirección: Rodrigo Chávez
Traducción: Daniel Amaru Silva
Elenco: Gabriel González, Vanessa Geldres, Mónica Rossi, Roberto Ruiz y Juan José Espinoza
Producción ejecutiva: Nataly Vergara
Lugar: Teatro de la Universidad del Pacífico (Jr. Sánchez Cerro 2121, Jesús María)
Temporada: Del 12 a 15 de junio
Funciones: De viernes a lunes a las 8:30pm / Domingo a las 7pm
Entradas: S/. 35 (General), S/. 20 (Estudiantes y jubilados)
Más información en el evento y página de la obra

lunes, 8 de junio de 2015

Cajita de sorpresas

Un grupo de artistas multidisciplinarios ha tomado el Teatro Ricardo Blume, el bello y cálido recinto circular de Aranwa. No están locos, aunque lo que vaya a suceder durante la siguiente hora y media (cada lunes hasta el 29 de junio) pareciese la delirante escena de una obra literalmente jamás escrita.
Notable elenco de "Memorias"
En esencia, esto es “Memorias: orquesta de soundpainting, una puesta indescifrable basada en recuerdos, sueños, temores, anhelos... Observar a cerca de 30 artistas en escena a dos voces: Mario Gaviria (director en vivo) y Dusan Fung (director teatral) es el comienzo de un vaivén emocionante e impredecible. Fung y Gaviria son los responsables de trasladar a escena el desbocado código gestual (soundpainting) concebido por el compositor musical estadounidense Walter Thompson (Florida, 1952) en los días en que Woodstock era un hervidero creativo a inicios de los setenta. El montaje es único, irrepetible y sorprendente… como una caja de sorpresas.

EL CAOS CREATIVO
Tras una inevitable confusión inicial (el soundpainting posee unos 1200 gestos establecidos), Memorias” presentará una breve lectura antes de las escenas –su leit motiv– que sirve de referencia. Poco a poco, esta Babel cobrará un sentido según la sensibilidad del espectador y la destreza de los improvisadores.
La orquesta empezó tocando
en espacios públicos
Aunque algunas líneas históricas (de las muchas) pueden resultar confusas o divertidas, mientras que otras parezcan crueles o desconcertantes, todas dependen de la potencia del mensaje que extiende un lazo entre emisores y espectadores. Un desafío que resolver con la fugacidad de un parpadeo. Por eso, la mirada del público viaja en todas direcciones para asir todos los códigos (gestuales, sonoros, visuales) del lenguaje. Es frenético, pero visibiliza una dimensión rara vez advertida: los actores no son sólo personajes; ni los músicos, un acompañamiento, todos son emisarios de un mensaje que busca su integridad con la participación de su destinatario (uno activo).

CÓMPLICES SILENCIOSOS
Es cierto, aún cuando ciertos recursos resultarán más cercanos (ritmo, voces, miradas) que otros (performáticos y cromáticos) y se funden mejor con el desenfadado  de la improvisación. Imaginar los momentos de drama, quizá, pueda ser un verdadero reto para este versátil conjunto de creadores.
Dusan Fung
Las interpretaciones múltiples que puedan escribirse sobre “Memorias –como esta breve reseña– resultarán disímiles y controvertidas
Para unos habrá sido una ópera de valiosos centavos a batuta invisible, una “Rayuela” es escena sin acotaciones o, quizá, una sesión de jammin’ con un ávido elenco…
Para todos, sin embargo, Memorias” se descubrirá como un lenguaje lúdico basado en la curiosidad y la sorpresa
Ese pequeño universo esbozado por sus artífices (con giros, palabras, gestos, trazos y notas musicales) se diluirá como cuando uno intenta recordar los retazos de un sueño esquivo: es lo fugaz de lo inolvidable lo que realmente pervive en nosotros.

FICHA ESCÉNICA
Dirección teatral: Dusan Fung
Dirección en vivo: Mario Gaviria
Lugar: Teatro Ricardo Blume de Aranwa (Jr. Huiracocha 2160 Jesús María)
Funciones: Lunes 1, 8, 15, 22 y 29 de junio a las 9pm
Entradas: S/. 35 (General) y S/.25 (Estudiantes y jubilados)
Más información en el evento del espectáculo
Reservas: memoriasorquestadeimpro@gmail.com

jueves, 4 de junio de 2015

¡Santísima locura!

A fines de 2014, Liber Teatro estrenó “¡Hay que matar a la monja!”, una deliciosa pieza con sabor local venida desde la Madre Patria. Basada en “Melocotón en almíbar”, del español Miguel Mihura (1905–1977), y ambientada en Miraflores –con otras referencias locales–, la obra luce una “exuberancia cómica” peculiar.
Katherina Sánchez y Ricardo Morante
Siendo una comedia de enredos con ribetes absurdos, este montaje –similar en premisa a “Los Mataviejas” (2014) de Los Productores– divierte, intriga e inquieta. 
Esto gracias a una producción esmerada, un elenco enchufado y una pragmática dirección de Jonathan Oliveros.
Con esos recursos el montaje logra un efecto esperado: reír a mandíbula suelta sin reparar en frivolidades. Para acentuar esos efectos, ¡Hay que matar a la monja!” se vale de recursos técnicos (sombras, luces y sonidos) con que recrea atmósferas, aunque el exceso de su uso, por ratos, satura el ritmo del montaje.

UNA BANDA TORPE
Con estos elementos algo efectistas, sumados a ligeros vicios de adaptación, la puesta responde con el manejo escénico de los actores, que mejora a medida se desenreda la trama. Tras una tibia presentación de los malhechores, la historia cobrará color con la presencia de Doña Pilar (pícara y divertida Cecilia Tosso).
El Duque y Sor María
Sus intromisiones augurarán divertidas escenas propias de una comedia y hará olvidar el inicio monótono. 
La llegada de Sor María de los Ángeles (una irreverente y desenfada Katherina Sánchez) terminará por complicar los planes delictivos gracias a sus dones sospechosamente detectivescos.
Para mala suerte de la banda, El Nene (Ricardo Morante, con algunos disfuerzos corregibles) caerá enfermo y será cuidado por la religiosa a pesar de su curiosa fobia: le aterran las monjas. Estos dos valores escénicos, al interactuar con los demás personajes, elevarán la calidad de la pieza y sumarán.

CULPAS Y CASTIGOS
Lo que continúa es hilarante. El sinfín de remordimientos y confusiones los guiará entre el escepticismo y la duda ante las incómodas deducciones de la monja: desde la bella Nuria (divertida Sofía E. Muñoz), Carlos (un entretenido George Silva) el líder de la banda (buen papel de Daniel Zarauz), o El Duque (lúdica aparición de Jonathan Oliveros), cómplice de estos malandrines.
"Hay que matar a la monja"
Esta situación pondrá en divertida vilo al público en medio de giros inesperados y otros no tanto. La puesta logra defenderse a lo largo de sus dos actos, aun cuando el empleo excesivo de penumbras y de Tubular Bells, la conocida pista de “El Exorcista”, relativiza un poco la atmósfera de tensión.
“Hay que matar a la monja” se consolida en escena, pero deja una deuda en la adaptación: algunas referencias locales aparecen forzadas. Tras dos temporadas, la puesta viaja al norte para presentarse en el ICPNA de Chiclayo el 5 y 6 de junio. Ver en aprietos a esta inefable banda  es, sin duda, una buena recompensa.

Ficha escénica
“¡Hay que matar a la monja!” (adaptación)
Dramaturgia original: “Melocotón en almíbar”, de Miguel Mihura
Dirección: Jonathan Oliveros
Asistencia de dirección: José Rojas
Elenco: Cecilia Tosso, Ricardo Morante, Daniel Zarauz, Katherina Sánchez, George Silva, Sofía E. Muñoz, Jonathan Oliveros
Una producción de Liber Teatro