viernes, 30 de agosto de 2013

Encuentros y partidas

La vida es una colección de sueños realizados o frustrados. Pero, ¿qué hay de aquellos postergados  alguna vez? Los tres personajes de “El nido de las palomas” se enfrentan a esta pregunta a pesar de llevar años viviendo en una evasión incesante de sus ideales. Sin embargo, tarde o temprano, el tiempo de decidir ha llegado.
Y eso es lo que se aprecia en esta obra escrita por Eduardo Adrianzén. En ella se remecen las gruesas alfombras donde envejecen los proyectos “dejados para después” para relucir la frustrante cotidianeidad de quienes abandonaron sus sueños por tiempo o para vivir acorde a los estándares sociales.

Constante búsqueda
Los tres personajes del montaje han superado la mediana edad con diferente suerte. Mónica (Yazmín Londoño) está embarazada; su esposo Raúl (Patricio Villavicencio) ha decidido viajar a Europa para dedicarse a escribir; y Patricia (Isabel Chappell), amiga de ambos y futura madre también, ha decidido volver luego de radicar en Estados Unidos.
Sus móviles son distintos pero confían en que al cambiar de país les irá mejor. Esperan encontrar –y encontrarse a sí mismos– fuera del país, o recuperar la confianza de vuelta a casa. En sus maletas guardan aquello que valoran más: varios libros, discos, poemas ocultos, una visa, pero añorando un poco de libertad.
“Ellos buscan algo de verdad sobre lo cual construir su verdad, sea el amor, la pareja, la paternidad o la profesión”, afirma Adrianzén en el programa de mano. Es curioso, pero esta pieza fue escrita en el 2000 cuando la emigración había disminuido, lo que no resta la intensidad de sus conflictos, sino que revela el desarraigo de unos y la esperanza de otros.

Juego nostálgico
La puesta dirigida por Renato Fernández es un plausible ejercicio de añoranza. El texto de Adrianzén y las citas al poema “Declaración de ausencia”, de Juan de la Fuente, confabulan para ello. El correcto trabajo de los actores brinda equilibrio cuando el “nido” se vuelve inestable, alegoría del cambio ansiado para sus tres protagonistas.
Y podría contarse un cuarto personaje: el país. La sensación nostálgica que despierta en sus habitantes origina un efecto magnético que impide tomar una decisión como iniciar un rumbo propio lejos de la patria. Aún quedan pocas funciones hasta el domingo 1 de setiembre para apreciar esta obra en el teatro Mocha Graña de Barranco.

Crédito de fotos: La Tribu Escena / FOTOREVES / Silvano Gastaldo Fotografía

Ficha artística
“El nido de las palomas”, de Eduardo Adrianzén (con poemas de Juan de la Fuente)
Dirección: Renato Fernández
Actúan: Isabel Chappell, Yazmín Londoño y Patricio Villavicencio
Lugar: Teatro Mocha Graña (Av. Sáenz Peña 107, Barranco)
Las funciones son los viernes, sábados y domingos a las 8:30pm
La temporada culmina el 1 de septiembre
Más información en la página de La Tribu Escena o en el evento

martes, 27 de agosto de 2013

Incómodos secretos

La vida es un frágil cristal que se quiebra cuando alguna verdad oculta asoma al presente desde un rincón olvidado. En “Tu ternura molotov”, de Gustavo Ott (Caracas, 1963), un inofensivo paquete recuperado del pasado se convierte en una difícil prueba para un matrimonio convencional dispuesto a fructificar su futuro con un hijo.
Esta pieza ganadora del Premio Internacional Ricardo López Aranda (2003), dirigida por Haysen Percovichutiliza los prejuicios y el humor negro para retratar a una sociedad definida entre lo políticamente correcto y lo socialmente aceptado
Este mundo de realidades maquilladas e infidencias reveladoras se opone cada noche en el teatro del Centro Cultural El Olivar de San Isidro hasta este 1 de setiembre.

Cinismo puro
El extraño paquete guarda los recuerdos de la etapa hippie de Victoria (Mónica Rossi), una presentadora de televisión. Las preguntas de su esposo, el abogado Daniel (Pietro Sibille), ante los objetos que observa encaminan la historia entre excentricidades y revelaciones creíbles o no, pero divertidas.
Su supuesto mundo feliz y confortable se derrumba y el tiempo retrocede unos 12 años. Por el escenario desfilan una serie de clichés, estereotipos y prejuicios –especialmente racismo– desde los ojos de una joven pareja aparentemente común. Todo encaja en una lógica cínica, propia en las piezas de Ott.
Sin embargo, otros “detalles” parecen no encajar en este universo de crítica social. El telescopio que aparece al inicio, por ejemplo, cumple apenas una pequeña función como para exhibirla al centro del escenario durante los primeros instantes de la puesta.

Discurso violento
Una segunda arista bien explotada es la violencia textual. Este registro permite disfrutar del montaje sin aludir susceptibilidades, aunque muchos de los estereotipos o paradigmas exhibidos (árabes terroristas, judíos tacaños, etc.) poseen una dimensión que podría lindar con lo caricaturesco.
Sibille y Rossi están correctos en escena y sus matices dan dinámica especial al trabajo. Por momentos domina uno y, a veces, otro; aunque, por ratos, sus personalidades parecen intercambiarse de forma súbita sin perder la complicidad prejuiciosa entre ambos.
Y lo que es mejor: la juventud y éxito de sus personajes son la cara perfecta para encarnar ese universo de doble moral que se guarda en casa. Un escenario realista –una sala, un mini bar y un comedor– que no impide el ágil tránsito de los actores, ni el ritmo de su historia o la claridad de su mensaje.

Crédito de fotos: C. C. El Olivar

Ficha artística
“Tu ternura molotov”, de Gustavo Ott
Dirección: Haysen Percovich
Actúan: Pietro Sibille y Mónica Rossi
Lugar: Centro Cultural El Olivar (Calle La República 455, San Isidro)
Funciones: De jueves a domingo a las 8pm
La temporada culmina el 1 de septiembre

sábado, 24 de agosto de 2013

Las dos aventuras

Desde hace unas semanas Pucayacu Teatro se ha lanzado a las aguas rápidas con un espectáculo teatral poco usual. Llevó a escena dos propuestas escénicas diferentes, aunque impregnadas de la angustia y desazón de quienes se atreven a vivir buscando un fin sin perder mucho (¿o sí?). Y Pucayacu Teatro lo hace con cierto riesgo.
Este elenco teatral formado por egresados de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD) para realizar proyectos escénicos, sociales y culturales decidió presentar “Cordelia de pueblo en pueblo” y “La banda del Malandro”. Dos ideas –aunque, en realidad, pudieron ser tres según los actores de Pucayacu– que resumen ese singular desafío.

Viaje sin rumbo
Escrita por Alberto Adellach (1933 - 1996), “Cordelia…” nos trae a Lear, Cordelia y Bufón, tres actores excéntricos cuya acción se reduce a errar entre pueblos desconocidos para actuar. La adaptación de Pucayacu cuenta la historia, pero encuentra inconvenientes para transmitirnos la atmósfera de desarraigo y soledad de sus personajes.
Sin embargo, acierta en la caracterización de varios de ellos como el libertino Bazofia, el profesor ciego o el miedoso Bufón. Estos personajes –sacados de algún mundo caótico– refuerzan y complican el móvil de los actores y dinamizan la puesta entre ironías sobre la condición desencantada de los personajes.
Persiste en ellos el espíritu de actuar por más necesidades como el hambre, el cansancio y la miseria los aquejen. Esta obra obtuvo el premio Casa de las Américas de Cuba (1981) y el segundo premio del Instituto  Nacional de Bellas Artes de México (1979), pero se mantiene vigente.

Concierto macabro
Por su parte, “La banda del Malandro”, creación  colectiva y propia de Pucayacu, es inquietante y extraña. Malandro y su aterradora banda acaban de despedir a uno de sus integrantes en el cementerio pero este regresa para reencontrarse con ellos. Los espectrales artistas ofrecen así un repertorio musical en vivo en la sala Ricardo Roca Rey.
Un rock tétrico con letras pesimistas sobre las vanas pretensiones de la vida: fama, dinero o poder, cuando lo necesario no es suficiente. La estética y composición de la propuesta resuma en su estilo desenfadado y humor negro, por no decir, lóbrego.
Musicalmente exhibe el talento de sus miembros como banda, mientras que su oscura dramaturgia convence, extraña y, curiosamente, entretiene. Es decir, su lenguaje escénico funciona. Apenas dos obras que bastan para aproximarse a la versatilidad de este joven grupo de teatro que, esperemos, continúe trabajando.

Crédito de fotos: Pucayacu Teatro

Ficha artística
“Cordelia de pueblo en pueblo”, de Alberto Adellach.
“La banda del Malandro”, creación colectiva de Pucayacu.
Actúan: Ana María Aparicio, Augusto Cáceres, Jesús Flores, Ernesto Espinoza, Alex Ccopa, Sebastián Verdú, Alejandro Fuentes, Crisólogo Aguilar y Carlos Benavides.
Lugar: Asociación de Artistas Aficionados (Jr. Ica 323,  Centro de Lima)
Las funciones van los viernes y sábados a las 7pm.
La temporada culmina el 31 de agosto.

viernes, 23 de agosto de 2013

Aplauso sincero

¿Vale la pena dedicarse al teatro? Esta interrogante formulada tantas veces conduce la historia de “El otro aplauso”. Un cautivante y revelador texto escrito y dirigido por Diego La Hoz, e inspirado en esos momentos de duda que, a veces, ayudan a fortalecer una vocación. En especial, aquellas vinculadas al teatro.
La pieza es un conjunto de reflexiones certeras y profundas extraídas poco antes de que Actor 1 y Actor 2 inicien su función en una alejada provincia. Ese choque entre lo esperado y lo real sirve para explorar las convicciones y temores de ambos personajes.
Lejos de comodidades, los actores desempolvan este dilema universal para convertirse, quizá, en “hacedores de algo tan íntimo que no tiene eco”, como dice una frase de esta reciente –pero no última, esperemos– aventura escénica de Espacio Libre.

Juego invisible
En la puesta se aprecia a dos actores poco antes de salir a escena. Repasan sus líneas, calientan y saludan a un público invisible, pero que presienten. Ese momento íntimo cargado de más temores que certezas parece vedado a una audiencia ficticia, pero es visto por una real en reflexivo silencio.
El trabajo de Actor 1 y Actor 2 (Karlos López Rentería y Natalio Díaz) es vital para recrear ese juego de distancias aparentes con naturalidad y gráciles sugerencias. Con posturas diferentes pero bien congeniadas tras el telón van venciendo esa cuarta pared a medida que su complicidad se quiebra y al final nos vemos inmersos en su incertidumbre.
Es destacable el uso del espacio. Quienes han ido a Casa Espacio Libre notarán que el escenario no es convencional, pero, lejos de significar un inconveniente, es gratamente utilizado. Los pocos elementos en escena y el trabajo corporal y actoral terminan por construir una atmósfera de sensaciones y desencantos que el espectador agradece.

Teatro valiente
Fiel a su dramaturgia, La Hoz utiliza líneas poéticas y delicadas por las que desliza ironías y críticas. “El otro aplauso” es una colección deliciosa y funcional de reflexiones sobre la perseverancia de los ideales, los asumidas y los impuestos, sin dejar de sentir –muy suyo– ese dilema capaz de deshacer sueños y debilitar las decisiones.
Se convierte así en una sutil forma de entender que los dominios de la ilusión terminan en aquellos en los que realidad amedrenta. Y es ahí que las preguntas y los miedos que mueven la vida aparecen. Afortunadamente sobra valentía en Casa Espacio Libre, un proyecto iniciado hace 14 años, para plasmar en escena las ideas de un grupo que sueña y vive teatro.
Finalmente, Espacio Libre ha rescatado esa valiosa costumbre de realizar breves conversatorios entre director, actores y espectadores luego de terminada la puesta. Desde ahí es posible rastrear la madurez de esta obra que hace poco fue presentada en Jauja durante el aniversario de Metáfora Teatro y ha regresado a Lima con un proceso enriquecido, surrealista y aleccionador.

Crédito de fotos: Espacio Libre

Ficha artística
“El otro aplauso”, de Diego La Hoz
Actúan: Karlos López Rentería y Natalio Díaz
Lugar: Casa Espacio Libre (Av. Bolognesi 802 A, Barranco)
Funciones: Jueves (22 y 29) y viernes (23 y 30) de agosto a las 9pm