domingo, 29 de julio de 2012

Crisis de normalidad

“Toc toc” es una gratísima comedia que describe la difícil convivencia en un mundo de manías y obsesiones. El texto escrito por el francés Laurent Baffie (Montreuil, 1958) y estrenada en 2005 es un agudo diagnóstico para quienes intentan encajar en una sociedad que se jacta de ‘perfecta’.
Juan Carlos Fisher, “un outisder”, como él mismo se describe en el programa de mano, adapta –junto a Rómulo Assereto– y dirige esta puesta sin mayor inconveniente. El resultado es una divertida e ingeniosa revisión de trastornos psicológicos, algunos más comunes que otros, que, rara vez, notamos… hasta que alguien más aparece.


Galería de manías
En “Toc toc” seis personas han coincidido en un consultorio, su última esperanza para curar sus extrañas fobias y compulsiones. Aunque reacios en un principio, cada uno de ellos irá contando el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) que lo aqueja, mientras aguardan al doctor.
Es así que Fred (Alfonso Santistevan) sufre del Síndrome de Tourette y no puede dejar de lanzar lisuras; Camilo (Renzo Schuller, en un papel bien resuelto física y mentalmente), quien está fascinado por los cálculos o la aritmomanía; y María (Wendy Ramos), mujer que no resiste la manía de revisar su cartera una y otra vez.
Luego llegan a la consulta, Lili (Gianella Neyra), a quien desquician los lugares poco aseados, Ana (Melania Urbina en un divertido rol), una chica que suele repetir sus frases –sin importar su extensión o dificultad–; y Otto (Bruno Ascenzo), un joven obsesionado por la simetría e incapaz de pisar las rayas en el suelo.


Un mundo diferente
A simple vista, resulta difícil no sentirse identificado con alguno de estos personajes. Ello es crucial en una puesta de un solo acto y poco más de dos horas, pero existen dos factores clave en escena: la ausencia de valoraciones  y juicios (ninguno de los protagonistas tiende a juzgarse entre sí) y un inteligente manejo de la intriga.
Este recurso, utilizado perfectamente en obras como “El método Gronhölm”, del catalán Jordi Galcerán, exhibida en el Teatro La Plaza ISIL (2009); aparece en “Toc toc” a modo de pistas y señuelos eficaces que intentan explicar la prolongada ausencia del doctor. Con estos claves, la acción no decae, a pesar de los repetitivos gags y reacciones.
Así, logra desarrollarse la cohesión de los pacientes y su infructuosa convivencia, escenificada con una inolvidable partida de Monopolio. Pero, más allá de esta graciosa lista de cuadros clínicos, “Toc toc” (el reciente proyecto de Los Productores) es un ineludible –e incómodo– reflejo de los prejuicios sociales. Aquellos que no aceptan el ser diferente como una opción y abogan por vivir bajo ‘criterios’ de normalidad.

Crédito de fotos: Los Productores

Ficha técnica
“Toc toc”, de Laurent Baffie
Versión española de Julián Quintanilla
Dirige: Juan Carlos Fisher
Adaptación: Juan Carlos Fisher y Rómulo Assereto.
Actúan: Alfonso Santistevan, Renzo Schuller, Wendy Ramos, Gianella Neyra, Melania Urbina, Bruno Ascenzo, Melissa Giorgio.
Lugar: Teatro Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional del Perú (Av. De la Poesía 160, San Borja).
La temporada acaba el 20 de agosto.
Entradas en Teleticket.

viernes, 27 de julio de 2012

Cazando ilusiones

Alguna vez los únicos problemas de la vida eran los escritos sobre papel cuadriculado, entre signos y fórmulas. Más de uno hubiera dado cualquier cosa por conocer alguna forma más rápida de resolver ecuaciones sin tener que estudiar. Reconozco que esa idea me fascinaba desde niño.
Con esta curiosa premisa inicia “Un deseo para Virginia”, pieza escrita y dirigida por Katiuska Valencia. Hasta hace unas semanas, este encantador montaje para niños –y para los más grandes– jugaba con la ilusión que despiertan los deseos desde un rincón evocador: la Asociación Cultural Tránsito de Barranco.



Una niña traviesa
A Virginia (Alexa Centurión) no le gustan las matemáticas. A menudo, es reprendida por su madre (Jimena Ballén Tallada) y, por si fuera poco, ha notado que su tierna abuelita (Tania Pezo) ya no luce tan saludable como antes. Por eso, cada vez que puede busca estrellas fugaces y pide deseos que resuelvan sus dilemas.
Pero los astros fallan y la inquieta niña huye de casa. En esa aventura conoce a niños distintos a ella: algunos trabajan como si fueran adultos y otros, en cambio, viven las dificultades de la calle. Sonriente, aunque un poco desilusionada, Virginia descubre lo que afortunada que es. Claro, sin dejar de creer en los deseos, aunque bajo otra perspectiva.



Reflejo de la vida
En “Un deseo para Virginia” es curioso observar –y recordar– la infancia desde los ojos de una niña de diez años (Virginia avista estrellas con sus binoculares). Pero es más interesante la manera en que el público se conecta con ella. Por ejemplo, el viaje narrativo de la obra –escena a escena, a través de la colorida casa de Tránsito– presentando a curiosos personajes.
Además, la protagonista y sus amigos (Tania Pezo y Fito Bustamante, en unos de tantos roles) se lucen en los pasajes musicales. Sus canciones destacan por la simpleza de sus letras y el agradable acompañamiento (y el arreglo) musical de Laura Arroyo en el piano, vitales para construir un espectáculo bastante ágil y ameno.
A pesar de los años, siempre habrá algún rincón en el que se conserve un poco de niñez. Y si, de casualidad, no lo encuentra, puede ver puestas infantiles que, como en “Un deseo para Virginia”, son un buen ejercicio para recordar, entre sonrisas, la alegría de una edad añorada.



Crédito de fotos: Tránsito Asociación Cultural

Ficha técnica
“Un deseo para Virginia”, de Katiuska Valencia Piñán
Dirigida por Katiuska Valencia Piñán
Actúan: Alexa Centurión, Jimena Ballén, Tania Pezo y Fito Bustamante
Música en vivo: Laura Arroyo Gárate
Diseño y realización de vestuario: Mariana Álvarez del Carpio
Diseño y realización de escenografía: Carola Gutiérrez Paz
Producción general: Tránsito - Vías de Comunicación Escénica

domingo, 15 de julio de 2012

A ritmo de Hairspray

Una curiosa revolución mediática gestada a inicios de los años sesenta se describe en “Hairspray”. La televisión de aquella época había reservado el glamur de las luces y cámaras a artistas blancos y las bailarinas de gráciles figuras, ignorando a los artistas afroamericanos o chicas que no calificaran bajo esas exigencias estéticas.
La historia, que podía haber sucedido en cualquier ciudad con parámetros sociales suficientemente rígidos, fue situada por el cineasta John Waters (Maryland, 1946) en su natal Baltimore al rodar su película “Hairspray” en 1988. Tras ser adaptada para Broadway, en el 2002, el musical llega a Lima como la primera apuesta escénica de Los Productores.


Los difíciles años 60
El texto fue escrito por Mark O’Donnell y Thomas Meehan, quienes fueron asistidos por Marc Shaiman y Scott Wittman en la música y letra. La actual propuesta es dirigida por Juan Carlos Fisher (Lima, 1981), quien conoce muy bien este género: “Una gran comedia romana” (2008), “La jaula de las locas” (2010) o “La chica del Maxim” (2011).
En “Hairspray” una alegre adolescente de Baltimore, Tracy Turnblad (Oriana Cicconi) decide audicionar en el Show de Corny Collins, un popular programa juvenil. Su anhelo –y encanto para bailar– la convertirán en el centro de enemistades e intrigas que, por cliché, abundan en los canales de televisión.
La situación se complicará cuando se enamora de Link Larkin (Jesús Neyra), el galán de moda y planee acabar con la segregación racial a través de un baile televisado. Bajo esta fórmula bien definida, visos de comedia y enredos cantados –y coreados por el público–, “Hairspray” asegura una velada de energía y entretenimiento en el Teatro Peruano Japonés.


Entre ritmos y colores
Aquí es preciso analizar “Hairspray” desde dos ópticas. Como musical, es un impecable montaje ganador de seis Premios Tony. En sus dos actos –y cerca de tres horas–, se compaginan perfectamente los pasajes actuados y musicalizados. Es de destacar la dirección musical de Pedro Luis Pacora y los 15 músicos de la orquesta.
Ellos interpretan las pegajosas melodías –rock n’ roll, twist y otros géneros–, que guían la acción en el escenario. Junto a ello, la estética visual (Laura Quijandría) y el vestuario (Ani Álvarez Calderón) nos sumergen en la cálida sicodelia de 1960, mientras que la escenografía móvil y colorida, diseñada por José Bauer, se convierte en un ágil recurso para los rápidos cambios de escena.


Detrás del musical
Si se observa a “Hairspray” desde su pertinencia escénica, saldrá a la luz una audaz e ingeniosa pieza teatral. Y, aunque su naturaleza musical de por sí le resta fuerza a su bienintencionado mensaje: una denuncia de los excluidos en el show business, no deja de llamar la atención que en el elenco actores blancos aparezcan maquillados para interpretar los roles de los bailarines negros.
Al margen de este detalle, la acción se mantiene de inicio a fin, pero las breves pinceladas de drama se desvanecen y sucumben ante divertidas coreografías. Quizá, por eso, el prejuicio que pinta a los musicales de ‘teatro ligero’. Sin embargo, a pesar de la menor exigencia interpretativa, existe un mayor requerimiento para el canto y el baile que los 36 artistas (cuatro de ellos seleccionados en un casting a fines del 2011) demuestran con gratos resultados en el escenario.
Como sucede en Lima desde hace años, “Hairspray” es una oportunidad para ver a reconocidos actores y actrices en facetas y destrezas poco frecuentes. Es lo bueno de ver un musical: pasar un rato ameno, reírse o disfrutar de pegajosos estribillos, sin mayores pretensiones.


Crédito de fotos: Leonel Ortiz

Ficha técnica
“Hairspray”, escrito por Mark O’Donnell y Thomas Meehan
Música: Marc Shaiman
Letras: Marc Shaiman y Scott Wittman
Dirige: Juan Carlos Fisher / Dirección Adjunta: Raúl Zuazo
Actúan: Oriana Cicconi, Sergio Galliani, Gisela Ponce de León, Rossana Fernández-Maldonado, Jesús Neyra, Paul Vega, Rómulo Assereto, Lorena Caravedo, Bettina Oneto, Luis Baca, Patricia Portocarrero, Nicolás Fantinato, Ebelin Ortiz, Shantall Young, Adriana Quevedo, Andrés Salas, Patricia Barreto, Daniela Camaiora, Juan Carlos Rey de Castro, María Grazia Gamarra, Braulio Chapell, Cynthia Calderón, Manuel Carreras, Katheryne Mendoza, Pedro Ibáñez, Juan Pablo Lostannau, Sandra Begué, Alejandra Sánchez, Eric Grijalva, Gina Yangali, Miluzka Eskenazi y Roberto Calumani.
Lugar: Teatro Peruano Japonés (Av. Gregorio Escobedo 781, Jesús María)
Funciones: De jueves a sábado a las 8 pm. Domingos a las 6 pm.
La temporada acaba el 16 de agosto.
Más información: Los Productores

domingo, 1 de julio de 2012

Tardes con los Grimm

Los clásicos infantiles no conocen de edad. Los oímos de pequeños y, de grandes, cautivan como si fuera la primera vez, aunque, hace siglos, nadie sabe quién empezara a contarlas. Siguiendo esta tradición, Ópalo Teatro presenta “Tres cuentos de los Hermanos Grimm”, dirigida por Jorge Villanueva y Marcello Rivera.
La mágica puesta recoge tres de las más célebres historias (“Los tres cuervos”, “Juan, Sin Miedo”, “Juan, el erizo”) recopiladas –otras veces, editadas– por Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) en el cálido auditorio del Centro Cultural El Olivar de San Isidro. Esta tarde acaba su temporada y ya alistan un nuevo proyecto.


Música y encanto
En escena, Nidia Bermejo, Claudio Calmet y Marcello Rivera encarnan a personajes disímiles con gracia, versatilidad y destreza artística. Una cuarta protagonista, Magali Luque, los acompaña en la flauta traversa, el cello, la flauta dulce, la guitarra o su suave voz. Sus ritmos y canciones guían cada historia, siguiendo las alegrías o  desventuras de los actores.
Es de destacar la sobria escenografía y la elección de los colores verdes, azul y rojo para cada cuento. Códigos que los niños siguen con curiosidad e ilusión mientras descubren el mensaje y la moraleja. Ópalo repite una buena experiencia infantil –la anterior fue “Momo” en La Plaza–, esta vez con los Grimm y a doscientos años de la primera selección de relatos publicada por este dúo alemán.


Crédito de fotos: CC El Olivar / Ópalo

Ficha técnica
“Tres cuentos de los Hermanos Grimm”.
Dirigen: Jorge Villanueva y Marcello Rivera.
Actúan: Nidia Bermejo, Claudio Calmet y Marcello Rivera.
Lugar: Centro Cultural El Olivar (Calle La Republica 455, San Isidro).
Funciones: sábados y domingo a las 4pm.
La temporada acaba el 1 de julio.
Entrada: S/. 25 (General) y S/. 15 (Estudiantes y jubilados).


Extra: El grupo teatral Ópalo está a punto de realizar su III Taller de Formación Actoral, a cargo de Jorge Villanueva. El taller durará cinco meses de duración (del 09 de Julio al 08 de diciembre del 2012) y para mayores informes puede escribir a opalo2012@gmail.com o visitar la página de Ópalo.