jueves, 22 de diciembre de 2011

Mira quién habla

Un cobertizo abandonado. Un televisor y otros aparatos duermen apagados ante el olvido de sus dueños. Decenas de cajas asoman entre telas que ocultan antiguos muebles y trastos. Y un grupo de jóvenes que cree encontrar el lugar perfecto para trabajar su proyecto de ciencias, sin saber que este depósito está en… La Dimensión Desconocida.
Se me ocurre que Rod Serling, guionista y presentador de esa serie televisiva, habría usado estas palabras para presentar alguna función de “Automáticos”. Esta ágil, divertida y fantástica historia escrita por el argentino Javier Daulte cerró hace unos días su temporada en el Centro Cultural de El Olivar.


Experimento escolar
La historia transcurre en varias noches, algunas con lluvia incesante y rayos. En ellas se reúnen Omar (Sergio Gjurinovic), Fina (Alessandra Denegri), Carol (Camila Zavala), Tony (Andrés Salas) y Cristina (Gachi Rivero), quien acaba de llegar a la escuela. Todos ellos discuten, con poco éxito, qué proyecto presentar para la Feria de Ciencias de su colegio.
Sin una idea que los convenza, vuelcan sus miradas sobre unos viejos maniquíes (Chusi Amorós, Tamara Padilla y Andrés Bragagnini) a los que pretenden hacer hablar. En esta primera parte de la trama sumerge al espectador en una comedia asombrosa, cargada de dilemas juveniles y la presencia de insólitos efectos atmosféricos y eléctricos.


Jugando a ser Dios
El montaje, no obstante, vira de curso con la intimidante presencia de Mora (Brisa García), hermana de Omar. Tras ciertas estremecedoras revelaciones y escuchar a maniquíes vivos imitando –y cuestionando, con inocencia y gracia– el entorno que los rodea y a quienes merodean por ahí, la puesta se desarrolla sin perder su esencia impactante y creíble.
Es mérito del elenco y del cuidadoso trabajo del director Adrián Galarcep, quien ha dirigido casi una veintena de puestas en Lima (escolares e institucionales) y en la actualidad es coordinador de Artes Escénicas de Secundaria del colegio Franklin D. Roosevelt y cofundador del Club de Teatro de ese centro de estudios.
Galarcep también presentó dos obras en Buenos Aires, Argentina, país en el que estudió Dirección Teatral en la Universidad de Palermo de ese país.


Dimensión fantástica
Lo fantástico es un elemento usual en las obras de Javier Daulte (Buenos Aires, 1963). Y se convirtió, además, en un factor esencial en sus diálogos verosímiles y frescos, con los que este guionista, dramaturgo y director teatral ha logrado revitalizar las piezas teatrales en su país y España.
Entre sus obras –llamadas ‘comedias dramáticas’– destacan “Criminal”, “La Escala Humana”, “4D Óptico”, “¿Estás ahí?” y “Nunca estuviste tan adorable”. Haría que referir que “Automáticos” fue estrenada en idioma catalán en el Teatro del centro del Vallés de Terrassa (Cataluña) el 2005. Luego sería adaptada a otras salas de Barcelona y Buenos Aires. Aquí un poco más de información sobre este autor.


Crédito de fotos: Centro Cultural El Olivar de San Isidro

Ficha técnica
“Automáticos”, de Javier Daulte
Dirección: Adrián Galarcep 
Elenco: Alessandra Denegri, Gachi Rivero, Sergio Gjurinovic, Andrés Salas, Camila Zavala, Chusi Amorós, Brisa García, Tamara Padilla y Andrés Bragagnini.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una fiesta siniestra


Una noche de 1960 el dramaturgo Harold Pinter estrenó “El vigilante” en el Teatro Continental de Dusseldorf, en Alemania. Despreocupado por la crítica, su nueva pieza teatral, signada por inquietantes silencios, recogió pifias en vez de aplausos. A pesar de ello, el autor británico saludó al público en compañía de su elenco al menos unas 34 veces. En todas fue ferozmente abucheado.
Es probable que, en cada salida al escenario, Pinter reviviera la sensación del estreno de “La fiesta de cumpleaños”, unos dos años antes. Oscura, enigmática y desoladora, su primera obra profesional resistió una semana de abril en la cartelera londinense de 1958, pero sobrevivió a la crítica incrédula hasta convertirse en un clásico del teatro contemporáneo.
Hasta hace unos días, el creador de personajes desencantados y delirantes llegó al Teatro La Plaza ISIL en un estupendo montaje que vale la pena reseñar.


Noche a oscuras
“La fiesta de cumpleaños” encierra la acción en una habitación un poco descuidada. Por sus rincones y gavetas aún resuenan los éxitos lejanos de Stanley (una excelente interpretación de Paul Vega), un excéntrico pianista refugiado en la soledad, aún cuando los esposos Meg y Petey Boles (Ana Cecilia Natteri y Alfonso Santistevan), los dueños de la casa en la que es el único huésped, lo visitan a menudo.
Los días parecen repetirse hasta que Goldberg (Mario Velásquez) y McCann (Rómulo Asseretto) alquilan una habitación en ese aposento. A la llegada imprevista de estos dos extraños sigue la insólita idea de celebrar el cumpleaños de Stanley. Sorprendido, el pianista niega que esté por cumplir años, sin embargo, esa noche Goldberg, McCann, Meg y Lulu (una anecdótica presentación de Gisela Ponce de León), una joven vecina, deciden festejar una extraña fiesta.


Silencios elocuentes
Un elemento de las obras de Pinter es la incertidumbre. Aquello que inquieta sin saber dónde se esconde y que acecha esta puesta escénica gracias a las buenas actuaciones del elenco. Surgen así las pocas certezas sobre el pasado de Stanley o el misterioso arribo de Goldberg y McCann, dos desconocidos que, por ejemplo, hablan de una organización sin decir más.
Quizá, la vida de los caseros represente un equilibrio en esta historia. Destaca Ana Cecilia Natteri por una interpretación que va desde ternura hasta el extraño cariño que siente por el pianista; y bien acompañado de un despreocupado personaje encarnado por Alfonso Santistevan. 
Cada detalle guía al espectador por una atmósfera de dudas que logra transmitirse a pesar de tratarse de un texto en inglés. Esta última afirmación compartida por estudiosos de Pinter, quienes concuerdan que es más importante lo que no se dice en lugar de lo que sí. 
Es por eso que la tensión de la obra no desaparece aún cuando los diálogos –aislados, en apariencia– sugieren más preguntas que respuestas.La obra se olvida de esclarecerlas y deja al espectador en desconcierto, pero cargado de teorías. Una sensación que probablemente sucedió con el público que la vio por primera vez en 1958.


Estilo ‘pinteresco’
En un inicio la crítica especializada desestimó esta obra y sólo recibió una opinión favorable –y profética– de Harold Hobson. “A pesar de la experiencia vivida la semana pasada (el cierre de la obra), vamos a oír hablar del señor Pinter y de “La fiesta de cumpleaños” en algún momento. Tomen nota de sus nombres”, reseñó en mayo de 1958 en el Sunday Times.
En piezas teatrales como ésta, Pinter esbozaría los rasgos reconocibles de sus “comedias de la amenaza”. El Premio Nobel de Literatura del año 2005 utilizó historias negras y escalofriantes para plasmar el dilema de la identidad individual a través de personajes solitarios y desilusionados.
En sus tramas es usual ver a un intruso que inquieta y desquicia la intrascendente existencia de sus protagonistas. Mientras que sus diálogos se salpican de largas pausas y silencios, como si fuera difícil comunicarse entre ellos. Una atmósfera cuidadosamente dibujada en la puesta dirigida por Chela de Ferrari en el Teatro La Plaza ISIL de Miraflores.


Créditos de fotos: Teatro La Plaza ISIL

Ficha técnica
“La fiesta de cumpleaños”, de Harold Pinter
Dirección: Chela De Ferrari
Elenco: Paul Vega, Ana Cecilia Natteri, Mario Velásquez, Rómulo Asseretto, Alfonso Santistevan y Gisela Ponce de León.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Vidas al límite

Cae el telón y sobre la arena circense se apaga la última luz. La ilusión y magia se desvanecen y, entre ecos de aplausos lejanos, la vida retorna con desesperanzados pasos, cuchicheos y discusiones que agitan la vida en los circos, más allá de las funciones.
“Entrar y salir por el espejo” recoge tres pequeñas historias contadas bajo los descoloridos telones de uno particularmente decadente y nostálgico. Los personajes que viven ahí olvidaron las buenas épocas, pero no sus sueños. En ese escenario adverso, el amor encontró razones para sobrevivir y resistir.



Detrás de escena
Lúdicamente montado en el Teatro Racional, la puesta consta de dos dramas y una comedia escritas por la dramaturga peruana Sarina Helfgott. Cada una de ellas guía las miradas a los bastidores circenses, instantes previos de iniciarse la función. Sus dilemas enredan los sentimientos y la performance de quienes actúan.
Es así que “La Sentencia”, muestra a Clara, una acróbata que, antes de su número, nota indiferente a Rocco, su compañero trapecista y quien deberá atraparla en el aire. La segunda trama, “La Jaula”, presenta a un domador de leones listo para su mejor acto: introducir su cabeza en las fauces de un león. Confiado, el domador busca palabras de ánimo en Rebeca, su mujer, pero ésta permanece en silencio.
Finalmente, aparece “Entrar y salir por el espejo”, la corta pieza que da nombre al montaje. En ella hay dos arlequines enamorados aunque controlados por un asfixiante autor de teatro. Pero Pierrot y Colombina (una brillante interpretación de Gonzalo Tuesta y Alexa Centurión) se las ingenian para escapar cuando el autor duerme. Y lo lograrán sin abrir puertas o ventanas.


Mirada entretenida
La propuesta escénica, dirigida por Vanessa Vizcarra, inspira una atmósfera lóbrega y angustiante. Mientras el público aguarda un acto mágico y sorprendente, los artistas deben resolver sus conflictos personales o esconderlos sutilmente bajo una sonrisa pintada o un perfecto salto mortal.
Sucede con las tensas circunstancias en las dos primeras historias y cierra perfectamente con “Entrar y salir…”, una divertida y creativa pieza que la directora propuso como fin del montaje. Y, sin duda, otro mérito es que la sobria estética circense se hermane en el proceso teatral.
Es así que el tradicional jefe de escena, comúnmente vestido de ropas oscuras, aparece como un arlequín (Fito Valles) durante la obra. Ensaya juegos, gira y entretiene al público mientras alista el escenario para la próxima historia. La función debe continuar y aún quedan algunas de ellas antes de que este extraño circo baje su telón el sábado 10 de diciembre.



Crédito de fotos: Lu Arispe

Ficha técnica
“Entrar y salir por el espejo”, de Sarina Helfgott
Dirige: Vanessa Vizcarra
Actúan: Alexa Centurión y Gonzalo Tuesta / Jefe de escena: Fito Valles
Horarios: De jueves a sábados a las 8:30pm.
Lugar: Teatro Racional (Av. Balta 170, Barranco, a media cuadra de la Estación Balta del Metropolitano)
Entrada: S/. 20 (general) y S/. 15 (estudiantes)
La temporada acaba el 10 de diciembre
Más información en el evento y el grupo de Facebook.

Detrás del espejo

En ocasiones un montaje ficticio y el proceso de llevarlo a escena guardan paralelismos. Y “Entrar y salir del espejo” nos acerca a un rincón inexplorado: detrás del escenario, aunque con crisis súbitas.
Un lugar similar que reunió por primera vez a Alexa Centurión y Gonzalo Tuesta, los actores de esta puesta, cuando trabajaban en la producción (luces y sonido) de “Bryce: ¡A mí con cuentos!” en el 2007. Varios años después y bajo un mismo anhelo –realizar una obra de teatro nacional– el proyecto se concretó. Lo más de dos meses de ensayos que dedicaron se convirtieron en una puesta mágica, desencantada y honesta.



Proceso enriquecedor
La iniciativa de querer hacer teatro peruano fue fundamental para la joven actriz egresada del Teatro de la Universidad Católica (TUC). “Hacía años de años que no se montaban sus obras y Sarina (Helfgott) tiene textos preciosos”. Su acercamiento a esta dramaturga sucedió hace unos años durante una clase de Teatro Peruano, cuando Celeste Viale les mandó leer “La sentencia”, una obra de esta autora.
“Me quedé enganchada con la obra y pensé que en algún momento la podría hacer”, asevera. Así empezó todo y en el proceso apareció otro texto de Helfgott (“La jaula”), un monólogo entre un domador de leones y su esposa. Con el proyecto ya aprobado en el Teatro Racional y la convocatoria de Vanessa Vizcarra en la dirección, se terminó por definir el montaje.
La directora, también autora de “Un día en la vida de Adriana Lima” y “El matrimonio de Uli”, propuso un tercer texto original de esta dramaturga: “Entrar y salir por el espejo”, que finalmente daría nombre a la puesta. 



Parejas en riesgo
“Lo que unifica estas cortas obras son relaciones de pareja que están en riesgo”, opina Centurión. Antes la actriz había participado en obras como “Chicas Católicas”, de Casey Kurtti (una de las ganadoras del X Festival de Teatro Peruano Norteamericano del 2010), “La mujer sin memoria”, de César de María y “La de cuatro mil”, de Leonidas Yerovi.
“Detrás de la magia está contar el drama de cada pareja en crisis, quienes deben sobrevivir a algo antes de enfrentarse a la realidad: el espectáculo. Es algo que mucha gente que no se pone a pensar”, comenta Gonzalo Tuesta. El joven actor estudió cuatro años en la Denison University de Ohio, en Estados Unidos.
A sus clases de Comunicaciones sumó horas y horas de teatro hasta que hace dos años decidió volver a Perú e iniciar su carrera. Tras cursar el taller de actuación de Roberto Ángeles, presentarse en algunas obras (“Juguetes en fuga” y “Hormigas”) y asistir en otras (“Entonces Alicia cayó” y “La Madonnita”), se reunió con la actriz en una fascinante aventura que podemos apreciar en el Teatro Racional de Barranco hasta este 10 de diciembre.


Una autora rescatada
Sarina Helfgott (Chiclayo, 1928) es amante de las letras y su versatilidad está demostrada como periodista, dramaturga y poeta. Su labor escénica inició en 1953 con “La Red” y continuó con “La Jaula” (Premio de Teatro 1961 de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos) –posteriormente traducida al inglés y al holandés–, e “Intermedio, Carta de Pierrot” de 1961.
Luego vendrían “La Señorita Canario” (mención honrosa del Centro Peruano de Teatro en 1965), “Antígona, La Sentencia” de 1964, entre otras. “Conversamos con ella para poder montar la obra y estaba contenta, aún cuando la forma en que la montamos fuera muy distinta a como fue estrenada en los años sesenta”, comenta Alexa Centurión.
Helfgott estuvo el día del estreno de “Entrar y salir por el espejo”. Para ella fue un cálido reconocimiento a su trabajo y, para los espectadores, una invitación para conocer –o, a lo mejor, descubrir– las bellas historias que guarda nuestra dramaturgia.

Crédito de fotos: Milena Carranza / Lu Arispe