sábado, 8 de octubre de 2011

Diario de recuerdos

Dicen que hay lecciones que nunca se olvidan. En dos años la joven dramaturga Jimena Ballén Tallada aprendió muchas de ellas al lado de su abuela y los ‘grandes’, como prefiere llamarlos, de El Vitral, un geriátrico de Buenos Aires.
Lo que fue una experiencia de vida se plasmaría luego en el papel como “Después que pase el tren”, una pieza teatral cargada de ternura, nostalgia y esperanza. La obra aborda la tercera edad a través de tres mujeres que viven en un asilo, aunque no parecen notarlo, y los dilemas de quienes las cuidan. Todo un reto.



Vivir ‘Sin memoria’
El geriátrico posee un pabellón llamado “Sin memoria”. Ahí los recuerdos fugaces se apagan a cada instante y vuelven cada cierto tiempo.
Sus inquilinas son Sara (Sonia Seminario), soñadora y entusiasta; Zulema (Gabriela Billotti), por momentos, reflexiva y, a veces, malhumorada; e Isabel (Lola Guerra), quien parece observar pasajes de su vida en las flores que riega cada mañana. 
El trabajo actoral resulta brillante pues no cae en los clichés grises que rodean a la ancianidad. Lorena (Jimena Ballén), la enfermera que las cuida, ha preferido no contarles –o recodarles– algunas verdades: que son ancianas, que sus seres queridos no vendrán más o que están solas. Quizá por eso la estancia en el pabellón parece ser feliz.


Pasan los días
Ramiro (Carlos Casella), el joven voluntario del centro, considera que ésa no es la forma adecuada de tratarlas. Entonces, ¿cómo hacerlo? La difícil respuesta oscilará entre la verdad –transparente y dolorosa–, la ‘mentira blanca’ –¿inofensiva?– y sus consecuencias: los momentos más intensos y conmovedores de la obra.
Quizá por ello, el centro geriátrico es visto como un lugar para aprender –con los maestros ‘grandes’– más sobre la última etapa de la vida. Un espejo en el que resistimos reflejarnos pero que sabemos inevitable y próximo. En esa senda, lo que formula “Después que pase el tren” es, más bien, una reflexión y una alerta de vida. 
O, a lo mejor, simplemente que reconozcamos en sus personajes a nuestros abuelos. Que no los perdamos de vista aún cuando ellos, quizá, nos guarden en algún lejano recuerdo. Esta obra se presentará hasta este domingo 9 de octubre en el Teatro Auditorio Miraflores.


El olvido presente
El programa de mano recoge algunas frases que inspiraron las escenas de la puesta escénica. “¿Vienes mañana?”, “¿Me das un beso?”, “Gracias”, “Te quiero”, “Sólo pasa un momento y salúdame” parecen venir de una voz cálida y familiar.
Esas voces transitan en un mundo cargado de sensaciones y emociones en el que se respira la soledad y la esperanza. En los rincones resuenan músicas antiguas. La directora Katiuska Valencia Piñán (ganadora del X Festival de Teatro Peruano Norteamericano ICPNA el año pasado con “Chicas Católicas” de Casey Curtis) fue la encargada de orquestar esta puesta con un elenco que, salvo Casella, es enteramente femenino.
Y da gusto que por estos días se exhiba una variedad de obras (“Criadero” o “El Matrimonio de Uli”, por ejemplo) que nos sumerjan en el universo femenino, aunque a diferentes edades y en otras circunstancias. Y, en especial, agrada más que todas ellas compartan un espíritu arriesgado de propuesta que teatreros y curiosos agradecen.



Nota del autor
Tuve oportunidad de ver este montaje en la función benéfica del miércoles 21 de setiembre, curiosamente el Día Mundial de Lucha contra el Alzheimer. Una razón más para destacar este esfuerzo sobre las tablas.

Créditos de fotos: Tránsito – Vías de Comunicación Escénica

Ficha técnica
“Después que pase el tren”, de Jimena Ballén Tallada
Dirige: Katiuska Valencia Piñán / Asistencia: Alexa Centurión Chocobar
Actúan: Sonia Seminario, Gabriela Billotti, Lola Guerra, Jimena Ballén Tallada y Carlos Casella.
Horario: Jueves a sábados a las 9pm. Domingos a las 8:30pm.
Lugar: Teatro Auditorio Miraflores (Av. Larco 1150, sótano, Miraflores).
Entradas: S/. 25 (general) y S/. 15 (estudiantes)
La temporada finaliza el 9 de octubre.
Más información en el evento de Facebook.

lunes, 3 de octubre de 2011

Vidas cruzadas

Hace unos días fue la última función de “Por accidente”. Una comedia sin demasiados artificios que desnuda en un acto los argumentos, reacciones, estereotipos, prejuicios y percepciones –erradas y acertadas– que parecen dar lógica al comportamiento masculino. Nada complicado, simple cotidianeidad.
Todo parte de confuso accidente. Fría madrugada, testigos con versiones diferentes, y dos autos a una velocidad aún por esclarecer. Sus conductores, conmocionados aún, jamás pensaron encontrase en el cruce del Jirón Desamparados y Calle De la Amargura en una de esas noches en las que todo sale mal.



En contradicción
No sabemos quién chocó a quién. Si fue Rodrigo (César Ritter, en un personaje justo a la medida) a Richard (Emilram Cossío, buen protagónico) o viceversa pero ver el Audi accidentado en el escenario –uno de verdad– impacta.
El primero maneja el automóvil de su esposa, angustiado por su reciente separación, mientras que el segundo soñaba con la cita perfecta en el auto de lujo. Ninguno de los dos llega muy lejos. Luego aparecerán en carro, a pie o curioseando, algunos invitados gratuitos y espectadores forzosos.
Primero un abogado gay (Javier Valdés) algo maniático y detallista. Un vigilante nocturno (Ismael Contreras) tan ingenuo como insistente. Un taxista lechucero y egresado de la escuela de la vida (Ricardo Velásquez) y un ajustador de seguros con sólidos principios llamado Figueroa (Miguel Iza).


Un buen negocio
El choque será sólo un pretexto para que cada uno desentrañe su mundo: una serie de fracasos y peleas conyugales de Rodrigo; y el un noviazgo de apariencia de Richard. En ocasiones ello les servirá de argumento para transar las refacciones de sus autos, evitar posibles castigos paternales o visitar al hijo tras la separación.
En otras, la mayoría, serán simples armas para sacar provecho como cobrar el seguro, arreglar ‘por lo bajo’ o engañar para eludir responsabilidades. ¿Acaso atinaron Alfonso Santistevan y Marisol Palacios, autores de esta obra? A ello se sumarán connotaciones estereotipadas entre Rodrigo, el ‘blancón’, y Richard, el ‘cholo’ y la disímil –aunque errónea– correspondencia entre sus autos.


Obra de a dos
Esta comedia –con pinceladas de drama– escrita por Santistevan (Arequipa, 1955) y Palacios (Lima, 1962) muestra el buen trabajo de equipo. Hace unos años lo hicieron con la pieza cómica “Morir de amor”, interpretada por Paul Vega y Katia Condos. La puesta fue dirigida por Palacios y como ella misma ha afirmado fue “un reto” aproximarse al universo y pensamiento de los hombres.
“Por accidente” es un reflejo oscuro e (in)exacto de la sociedad peruana y latinoamericana, machista y oportunista. Divertida y ocurrente, por momentos nos alerta al exponer cuán arraigados vivimos entre los prejuicios y las etiquetas hasta que finalmente caemos en cuenta de ello, así sea por accidente.

Crédito de fotos: Facebook Teatro La Plaza ISIL y Pablo Moura (Artefacto)

Ficha técnica
“Por accidente”, de Alfonso Santistevan y Marisol Palacios.
Dirección: Marisol Palacios
Elenco: César Ritter, Emilram Cossío, Miguel Iza, Javier Valdés, Ricardo Velásquez e Ismael Contreras.
Producción General: Teatro La Plaza ISIL